Si bien es cierto que la Semana Santa en nuestro país envuelve muchas cosas para que se pueda vivir de una manera integral, sin lugar a dudas las imágenes de Jesús son las protagonistas de la piedad popular, y esto incluye el sincretismo cultural que trasciende, incluso, la religiosidad.
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Las imágenes de devoción con un Jesús con la cruz a cuestas, representado en una de sus caídas camino al Calvario, flagelado, con el rostro cansado y mostrando sufrimiento; y hasta observarlo muerto, yacente sin túnica o dentro de una urna, hasta el momento de la gloria del catolicismo, que la feligresía vive el último día de la Semana Mayor con imágenes un Cristo resucitado, son las que sirven a la iglesia católica para evangelizar y recordar la razón de esta época litúrgica.
Por supuesto, estos contrastes también se palpan en los componentes de los cortejos procesionales, en los colores; el morado, el blanco y el negro; en los ropajes de las imágenes, en la música sacra; al inicio de la Semana Santa con composiciones alegres y de corte militar, que se escuchan también en el final de la misma, pero también en el resto de los días, cuando las piezas musicales evocan nostalgia y congoja al ser escuchadas.
Pero volviendo al tema de las imágenes, hay muchas que incluso tienen leyendas o capítulos que la jerga popular no ha dejado morir a través del tiempo y que, más bien, han pasado de boca en boca por generaciones.
El Señor Sepultado de Santa Catalina, el Cristo del Santo Hermano Pedro de San José de Betancur, es un ejemplo de ello.
Imágenes, leyendas e historias
Estas anécdotas o pasajes históricos tienen como protagonistas a las imágenes mismas, por ejemplo:
- El “Patrón Jurado” contra terremotos y pestes. Así es como el título que le quedó por más de 300 años a Jesús de la Merced debido a su intercesión para el cese de calamidades. Ello provocó la inspiración de muchos músicos que han dedicado sus composiciones al “mero mero” o al “Jesús de las abuelitas”, como se conoce popularmente.
- O en el caso de “Cristo Rey”, la imagen de Jesús con la cruz a cuestas, con el rostro moreno y ojos verdes, pero con la mirada hacia abajo, que inspiró a nada menos que el Premio Nobel de Literatura guatemalteco, Miguel Ángel Asturias, quien tras haber sido premiado con tal distinción, no dudó en donar una túnica al nazareno que tiene más de 450 años de ser venerado.
- Pero en el caso de los sepultados la historia no cambia, más bien, se alimenta aún más de misticismo y alguna que otra leyenda. Tal es el caso del “Sepultado del Hermano Pedro”. Esta imagen cuenta con un vestigio de golpe en el pie izquierdo ya que, según reza la leyenda, el Santo Hermano Pedro de San José de Betancur, lo cargó en su espalda desde El Calvario hasta el Convento de las Catalinas, pero al hacerlo la imagen sufrió un raspón en el talón derivado de las piedras de la Ciudad Colonial. Pero con esta imagen también se conoce la leyenda del “cortejo fantasma”, la cual se alimenta de que tras el cese de ser procesionada, a principios del siglo XIX, la misma exigía que fuese sacado en procesión justamente cuando se escuchaban sonidos dignos de un cortejo, pero no se veía nada. Fue hasta el 2012 cuando sale en procesión nuevamente.
- El “Cristo del Amor” también tiene su propia historia. La consagrada imagen del “Cristo Morto”, el Señor Sepultado de Santo Domingo, está rodeado de un misticismo tal que tan solo ver la imagen de un Jesús como dormido, en total serenidad, acrecienta la devoción de sus feligreses. Según fray Domingo de los Reyes, esta imagen se encontraba entre unas cajas que contenían objetos religiosos los cuales provenían desde Inglaterra. Pero el barco donde viajaban naufragó tras ser objeto de asalto de piratas. Al llegar a Guatemala, en una de las cajas se encontraba la imagen del yacente.