El rugido de los monos araña que revolotean en las copas de los árboles rompe la tranquilidad en el sitio arqueológico El Mirador, una megaciudad maya con una red de autopistas oculta en la espesa selva de Guatemala.
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Murales, calzadas, templos, mascarones de piedra y La Danta, una de las pirámides más grandes del mundo, conforman esta megalópolis descubierta en 1930 por trabajadores que recolectaban savia de árboles de chicle en la selva, y que casi un siglo después sigue reescribiendo su historia con la ayuda de la tecnología.
Responsables de investigar el sitio revelaron que casi un millar de asentamientos antiguos fueron detectados ocultos bajo la espesa vegetación en la Cuenca del Mirador, en una zona de 6.475 km2, con la tecnología LiDAR (Light Detection And Ranging, dispositivo que con pulsos de láser mide distancias o detecta formas), tras mediciones con aeronaves en 2015 y 2020.
“Realmente es un redescubrimiento” de El Mirador, dice a la AFP Josué García, uno de los arqueólogos del parque prehispánico explorado desde 1969.
“Lo que ha demostrado LiDAR es que (en) zonas (en) que creíamos que solo era selva ahora sabemos que hay estructuras”, que eran parte de la megaciudad, agrega.
“Red de caminos”
El escáner también reveló la existencia de una “compleja red de caminos” de unos 177 km que unían El Mirador con otras ciudades mayas, que los investigadores denominaron como el “primer sistema de autopistas” o “supercarreteras” del mundo.
“El Mirador es una de las primeras ciudades Estado” de la civilización maya y fue “modelo” para otras ciudades de esta cultura por su evolución arquitectónica, explica García cerca del campamento, donde deambula una decena de cojolitas, una especie de pavo silvestre.
La megalópolis empezó a ser ocupada en el periodo preclásico medio (600-300 a.C.) y “el mayor desarrollo o apogeo del sitio” ocurrió en el preclásico tardío (300 a.C.-250 d.C.), comenta.
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Para llegar al sitio se debe atravesar parte de la selva a pie o en helicóptero hasta un sitio remoto entre los municipios de San Andrés y San José en el norteño departamento de Petén, cerca de la frontera con México.
Muchos turistas, sobre todo extranjeros, inician la caminata de 41 km que toma dos días desde la comunidad de Carmelita hasta El Mirador, atravesando la selva y otras zonas arqueológicas de la región por un costo de unos 350 dólares por persona.
Aunque las excursiones se realizan durante todo el año, los aventureros lo tienen más difícil durante la época lluviosa (mayo a noviembre).
Mientras que el viaje de 100 km en helicóptero toma unos 35 minutos y cuesta 550 dólares por pasajero desde Flores, la capital departamental de Petén.
La gran pirámide de El Mirador
La cultura maya tuvo su mayor esplendor en el llamado período clásico (250-900 d. C.) hasta que entró en decadencia en el período postclásico (900-1200 d.C.). Abarcó una extensa área mesoamericana en el sur de México, Guatemala, El Salvador, Honduras y Belice, donde yacen vestigios que sorprenden a sus visitantes.
La principal atracción de El Mirador es el complejo piramidal La Danta, de 72 m de altura, 600 m de largo y 300 m de ancho.
Su cresta gris de piedra caliza sobresale del espeso manto verde de la selva y se considera la más grande del mundo por volumen, debido a los 2,8 millones de metros cúbicos de material usados en su construcción, de acuerdo con los arqueólogos de la ciudad precolombina.
Un friso blanco de los héroes gemelos Hunahpú e Ixbalanqué, personajes del Popol Vuh, el libro sagrado de los mayas, también adorna una calzada de El Mirador.
La científica estadounidense Josephine Thompson, parte del equipo de investigación en el sitio y experta en LiDAR, dice que los nuevos hallazgos servirán para continuar con nuevas exploraciones arqueológicas y promover el turismo en la región, involucrando a las comunidades.
“Esperamos que Guatemala pueda utilizar estos datos para mejorar el turismo y hacer más publicaciones científicas”, apunta Thompson en la cima de La Danta.
Con información de AFP