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Migró hacia EE. UU. por que era violentada por su esposo; fue secuestrada y agredida en el camino

Desde Laredo, Texas, Jaime Montenegro, enviado especial de Emisoras Unidas, conversó con una migrante guatemalteca que decidió migrar para huir de la violencia intrafamiliar, pero en el camino se ha enfrentado a cárteles y otros duros obstáculos.

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Es originaria de San Marcos y decidió emprender el viaje hacia Estados Unidos junto a su hija de cinco años. Tomó la dura decisión por huir de su casa, ya que era violentada por su pareja. “Sufro mucho maltrato con mi esposo, me lastimaba demasiado, no me dejaba hasta verme sangre y decidí venirme”, narró la migrante a Jaime Montenegro, enviado especial de Emisoras Unidas en Laredo, Texas, en donde conoce la realidad de miles de centroamericanos que cada año buscan un mejor futuro en esa nación.

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“Ana”, a quien así llamaremos para proteger su identidad, narró que no sabía a lo que se exponía en el viaje porque desconocía la realidad que se vive en la Frontera de Tamaulipas. “Yo quería entrar por la puerta ancha, se me hacía fácil por venir lastimada pasar por el puente”.

En el puente, Ana fue secuestrada por un cártel mexicano, que detiene en su paso a miles de migrantes para exigir dinero a sus familias. Ellos le exigieron miles de dólares a su familia a cambio de no asesinarla, y tras depositar el dinero solicitado fue liberada en el desierto. “A un mexicano le cobran 10 (10 mil dólares) y a un centro le piden 8 (8 mil dólares)”, explicó.

“Estuve en Nuevo Laredo, en bodegas, pero es muy duro estar ahí. En momentos no hay nada qué comer, no hay gas. No nos quedaba más con los compañeros que poner al sol agua en cubetas o latas para prepararnos una sopita de bolsita”.

El 28 de abril logra salir de ese lugar y aunque logró cruzar el río, pero fue interceptada por la Patrulla Fronteriza. Explicó que intentó detallar su caso al personal de migración, pero denunció que recibió malos tratos: “Que para qué uno sale de su país, que si uno no quiere venir a sufrir que para qué uno sale”, relata con la voz entrecortada.

Finalmente, le dieron la posibilidad que fuera escuchada por un juez a quien le solicitó asilo. Su caso está pendiente de respuesta y a espera en un albergue junto a migrantes de otros países.

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