En el cementerio judío de Habibiya en Bagdad, situado entre el Monumento a los Mártires, erigido por Sadam Husein, y el bastión chiita de Sadr City, un viejo musulmán cuida las sepulturas, pero los visitantes son escasos.
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En el entierro del doctor Eliyahu, “fui yo quien rezó en su tumba”, cuenta su hermana a la “AFP”. “Había amigos” de otras confesiones que rezaron cada uno a su manera, agrega
Esta oración judía a pleno día es un acontecimiento raro, ya que no queda más que una sinagoga que abre de vez en cuando en Bagdad y ya no hay ningún rabino.
Históricamente, las raíces de los judíos en Irak se remontan a hace 2,600 años. Llegaron presos, en el año 586 antes de nuestra era, cuando, según la tradición, el rey babilonio Nabucodonosor II destruyó el templo de Salomón en Jerusalén.
En Irak escribieron el Talmud de Babilonia, en la misma tierra donde nació el patriarca Abraham y el jardín del Edén presidía, según la tradición, el corazón de las marismas mesopotámicas.
En el Bagdad bajo dominio otomano los judíos eran la segunda comunidad de la capital y el 40% de los habitantes.
Hoy, “rezamos en nuestra casa y sabemos que cuando acudimos a la administración con un nombre judío somos mal recibidos”, asegura un conocedor de Bagdad, quien prefiere permanecer en el anonimato.
Y sobre todo, “solo quedan cuatro judíos de nacionalidad iraquí, hijos de padres judíos” en todo el Irak federal, fuera del Kurdistán, declaró a la “AFP” Edwin Shuker, judío nacido en Irak en 1955 y exiliado desde los 16 años en Reino Unido.
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Todo cambió con los primeros pogromos, pues en junio de 1941, el motín sangriento de Farhud dejó más de 100 muertos en Bagdad. Además, en 1948 se creó Israel, después de una guerra, sobre todo contra Irak. Los 150 mil judíos iraquís tomaron casi todos el camino del exilio, más o menos voluntario.
Les retiraron sus documentos de identidad y la mayoría prefirió firmar papeles donde decían que se iban “voluntariamente” y renunciaban a su nacionalidad y sus bienes. Hasta hoy, dice Shuker, la ley prohíbe revisar la retirada de la nacionalidad.
En 1951, el 96% de la comunidad se había ido. Una buena parte les siguió más tarde tras los ahorcamientos públicos de “espías israelíes” en 1969 por el partido Baas que acabada de dar un golpe de Estado. La ley castiga con la muerte el “fomento del sionismo”, un artículo que sigue vigente.
La guerra Irán-Irak, la invasión de Kuwait, el embargo internacional, la invasión estadounidense en 2003 y el desencadenamiento de la violencia que siguió acabó por marchitar a la comunidad que a finales de 2009 solo contaba con ocho miembros, según un cable diplomático estadounidense.
Israel cuenta con 219 mil judíos de origen iraquí, el mayor contingente de judíos procedente de esta parte del mundo. En Irak, dejaron casas y sinagogas que, hasta 2003, “estaban en perfecto estado y cada propiedad identificada”, asegura Shuker. “Solo basta un voto en el Parlamento” para devolver todo a sus propietarios.
Pero hoy en día, en un país donde reina la corrupción y el despilfarro, estos edificios con las puertas cerradas con candados se van hundiendo en la indiferencia, y suscitan la codicia de los buscadores de gangas por la guerra.