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Crisis migratoria en la frontera, en manos de Kamala Harris

"No puedo pensar en nadie más calificado", afirmó Biden a los periodistas en una reunión en la Casa Blanca junto a Harris y los jefes del Departamento de Seguridad Interior (DHS), Alejandro Mayorkas, y del Departamento de Salud, Xavier Becerra.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, encargó a la vicepresidenta Kamala Harris la gestión de la creciente llegada de migrantes a la frontera con México, una situación que ha azuzado las críticas contra el gobierno.

“No puedo pensar en nadie más calificado”, afirmó Biden a los periodistas en una reunión en la Casa Blanca junto a Harris y los jefes del Departamento de Seguridad Interior (DHS), Alejandro Mayorkas, y del Departamento de Salud, Xavier Becerra.

El mandatario afirmó que le encargó a Harris “una dura tarea”, refiriéndose al aumento de la llegada de migrantes indocumentados, sobre todo niños no acompañados, a la frontera sur.

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“Cuando ella habla, habla por mí”, dijo Biden sobre su vicepresidenta.

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Esta es la primera misión específica que Biden encarga a Harris, percibida como parte de una generación más joven del Partido Demócrata, y quien siempre lo escolta en sus comparecencias desde que entraron en funciones el 20 de enero.

Este miércoles, la Casa Blanca envió una delegación de congresistas a la frontera con México para a visitar un centro para migrantes en Carrizo Springs, en Texas.

Harris reconoció que Estados Unidos necesita aumentar la capacidad de procesar las demandas de asilo y de acoger a los migrantes, principalmente personas de América Central que huyen de la pobreza, la violencia y los desastres naturales.

“Es un gran problema”, dijo en una entrevista con la cadena CBS, en la que también afirmó que el gobierno heredó una estructura muy maltrecha de la anterior administración, que además defendió una política muy agresiva contra la inmigración irregular.

Un cambio parcial con respecto a Trump

El gobierno del demócrata Biden revirtió las grandes líneas que marcaron la estrategia migratoria del republicano Donald Trump, como la política de obligar a los demandantes de asilo a esperar en México a que se resuelva su caso. Sin embargo, toda la cadena de mando del actual Ejecutivo ha reiterado el mensaje de que no es el momento de inmigrar y de que la frontera está cerrada.

La promesa de Biden de mantener una política migratoria más humana se ha complicado con el aumento de la llegada de personas, que pone una fuerte presión en la frontera, aunque el gobierno se niegue a catalogar la situación como una “crisis”.

“Hay niños que se presentan en nuestra frontera que huyen de la violencia, que huyen de la persecución, de situaciones terribles, pero no es una crisis”, indicó esta semana la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki.

Para el senador republicano Ted Cruz, en la “frontera hay una crisis que empeora cada día” y que es “resultado directo de decisiones políticas tomadas por el gobierno de Biden”.

En una carta conjunta, el senador republicano John Cornyn y la demócrata Krysten Sinema, miembro del ala moderada del partido, pidieron a Biden que “tome medidas agresivas para garantizar la seguridad en la frontera, proteger a las comunidades y asegurar que los migrantes sean tratados de una forma justa y humana”.

Las condiciones de detención de los niños en la frontera generan preocupación en muchos sectores del Partido Demócrata. La semana pasada las autoridades estadounidenses informaron que tenían 14.000 menores migrantes en custodia, 9.562 a cargo del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) y unos 4.500 con la Patrulla Fronteriza (CBP).

“Transparencia”

Mayorkas informó que su departamento está instalando albergues temporales para recibir a los menores y admitió que el gobierno no logra respetar una regla que establece que los niños no pueden estar más de 72 horas detenidos.

La Casa Blanca anunció que el Departamento de Salud permitirá el acceso a los medios, pero de una forma muy controlada, autorizando sólo a una cadena a tomar imágenes, que serán compartidas con el resto.

“El gobierno de Biden está comprometido con la transparencia”, indicó un comunicado.

El debate se atizó después de que, en un editorial del diario The Washington Post, el fotógrafo John Moore, que publicó un libro sobre la frontera, expresara su indignación por la opacidad, afirmando que el país había pasado de la política de “tolerancia cero” contra la inmigración irregular de Trump, a una estrategia de “cero acceso” con Biden.

“El gobierno actual llegó con la promesa de hacer más humana y transparente la política migratoria estadounidense. Pero está fallando en ese segundo punto, por lo que es difícil hacerse una idea del primero”, escribió, asegurando que “los periodistas no tienen ninguna forma de verificar cómo han mejorado las condiciones para los migrantes”.

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