El pasado 13 de noviembre se conmemoró el quinto aniversario de los ataques terroristas en París, una de las noches más tristes que el país ha tenido en los últimos años. Y que en este tiempo, parece que se repite cada vez con más frecuencia, aunque con menos intensidad.
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Al menos 137 personas murieron (incluidos siete perpetradores) y más de 400 personas resultaron heridas en una serie de explosiones y disparos que aterrorizaron al país y al continente.
Las imágenes dieron la vuelta al mundo inmediatamente. La gran explosión que se escuchó cerca del Stade de France durante un partido amistoso entre Alemania y Francia fue el primer signo de la tensión que se produciría en los meses siguientes.
“Si bien los atentados de Francia en 2015 se llevaron a cabo con armas de fuego y explosivos, la mayoría de los ataques terroristas en toda Europa en los años intermedios se realizaron con métodos de baja tecnología, como vehículos y cuchillos”, explica a Publinews Internacional Alan Greene, profesor titular en la Facultad de Derecho de la Universidad de Birmingham, en Reino Unido (RU).
“Dicho esto, hay notables excepciones como el atentado en el estadio de Mánchester en junio de 2017 y el ataque con armas de fuego en Austria a principios de esta semana”, añade.
“Creo que esto demuestra la dificultad que tienen los atacantes para acceder a armas más destructivas y por lo tanto esto podría conceptualizarse como un éxito de las estrategias antiterroristas que tienen por objeto controlar las armas y otros materiales que pueden usarse en la fabricación de bombas. Sin embargo, esto también trae consigo sus propios desafíos, ya que los atacantes convierten en armas los objetos cotidianos, cuyo uso es muy difícil de limitar. Así que esto puede generar un sentimiento de desesperanza entre la gente mientras luchamos por pensar qué más se puede hacer para prevenir estos ataques”, afirma Greene.
Pero, por otro lado, “esto es exactamente lo que grupos como el Estado Islámico (EI) quieren que la gente piense”, dice.
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“Una alternativa podría ser ver estos ataques de baja tecnología como una señal de desesperación. Como una señal de que carecen de la capacidad de llevar a cabo ataques más destructivos usando explosivos o armas de fuego”, asegura.
Uno de los principales grupos que reivindicó la responsabilidad de los ataques terroristas en Europa fue el Estado Islámico.
“El EI está muy interesado en reclamar cualquier ataque como su trabajo y conectar los puntos entre ataques separados como un medio para tratar de promover su propio poder. El objetivo del terrorismo, después de todo, es la propaganda del acto, usando el ataque real para promover su causa y reclutar a otros. La ironía es que cuando nosotros mismos trazamos estos vínculos entre estos ataques dispares, hacemos el trabajo por ellos. No creo que haya una bala mágica que pueda ser usada para detener el terrorismo, pero creo que una simple cosa que podríamos hacer es dejar de dar a estos atacantes la atención que anhelan o dejar de trazar vínculos entre eventos diferentes”, agrega.
La pandemia del Covid-19 trajo cambios de muchas clases en todo el mundo, pero, ¿cómo afecta o influye en el terrorismo de hoy en día? Para Greene, esto todavía tiene que ser evaluado.
“Cabe señalar que las medidas estrictas de cierre tienen el simple efecto de reducir las oportunidades de ataques; por ejemplo, menos personas que utilizan el transporte público, los pubs, bares y restaurantes están cerrados, eventos a gran escala con miles de asistentes cancelados, etc. Cabe destacar que una de las mayores amenazas terroristas crecientes en Europa proviene del terrorismo de extrema derecha. Lo que puede ser el efecto de la pandemia en el terrorismo en el futuro es la crisis económica resultante que puede seguir su estela”, concluye.
3 preguntas a…
Jonathan Ervine, especialista en la cultura popular francesa, así como en la identidad y la pertenencia en la Francia contemporánea, en la Universidad de Bangor, en Gales, Reino Unido
- Cinco años después de los ataques terroristas en Francia, ¿qué ha cambiado? Desde los ataques a las oficinas de “Charlie Hebdo” y otros sitios en el área de París en enero de 2015, Francia ha estado en un nivel alto en su sistema de alerta terrorista. Durante este período, ha habido un aumento de la presencia de seguridad en muchos lugares y un incremento de los controles de seguridad. El sistema de alerta terrorista en Francia también se ha modificado durante este período para introducir nuevos niveles y tener en cuenta el carácter permanente del alto estado de alerta en toda la Unión Europea post Brexit.
- ¿Cuáles lecciones se han aprendido en Europa y en el resto del mundo sobre cómo combatir el terrorismo? Cuando miramos a Francia, tanto los métodos de ataque como los tipos de lugares en los que se han producido han sido bastante variados. Esto demuestra que la lucha contra el terrorismo es extremadamente complicada y que no se puede centrar exclusivamente en las grandes ciudades. Desde los atentados terroristas de enero y noviembre de 2015 en París, hemos visto atentados en varios lugares fuera de París. Entre ellos se encuentran los grandes incidentes ocurridos en Niza en julio de 2016 y el mes pasado, y también en ciudades provinciales más pequeñas donde tales eventos habrían sido menos esperados. Asimismo, hemos visto bastantes formas diferentes de ataques que han incluido intentos de atentados suicidas, disparos, toma de rehenes y ataques con cuchillos.
- En estos cinco años han habido ataques en Europa cuyas historias parecen repetirse una y otra vez. ¿Qué se necesitaría para evitar que esto suceda de nuevo? Lo que hemos escuchado a menudo de los expertos es que los autores de estos ataques no han aparecido necesariamente en las bases de datos de la policía de personas que se percibían como susceptibles de llevar a cabo un ataque. Los expertos en seguridad suelen decir que hay un límite al número de personas cuyos movimientos pueden ser objeto de un estrecho escrutinio por parte de la policía y los servicios de inteligencia debido a los recursos. Esto tal vez plantee interrogantes sobre la forma en que la policía y los servicios de inteligencia identifican y vigilan a los posibles autores de los ataques. Sin embargo, es importante recordar que es probable que la labor de la policía y los servicios de inteligencia haya contribuido a prevenir otros ataques que, de otro modo, podrían haberse producido en los últimos años.