Aníbal Chajón es historiador y sociólogo. Fue investigador en el Centro de Estudios Folclóricos de la Universidad de Guatemala y ha realizado numerosas investigaciones sobre la historia del país. Previo al Día de todos los santos, habló con Publinews y nos contó sobre la historia de las leyendas, esa tradición oral que creció con nuestra niñez, que reactiva la memoria colectiva y que es parte de nuestro gran tesoro.
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Cuéntanos sobre la historia de las leyendas en Guatemala…
La tradición oral es uno de los recursos culturales más importantes de todos los pueblos porque permite la transmisión de ideas y de valores de una generación a otra. En Guatemala tenemos dos conjuntos culturales que se fusionaron. El primero es el prehispánico, la población maya tenía diferentes leyendas, algunas siguen vigentes y se narran en sus idiomas, especialmente en el occidente y el oriente del país. La segunda es la herencia europea para los hispanohablantes que viven desde Petén hasta el Pacífico.
¿Cómo surgen?
Una leyenda es una narración que se escucha en un círculo, puede ser familiar o de amigos, pero lo interesante es que alguien lo ha vivido. No es un cuento, no es una narración por diversión. La leyenda cuenta lo que vivió o lo que alguien escuchó. Hay quienes narran que escucharon el grito de la Llorona o que vieron al Cadejo o a la Siguanaba y no estaban dormidos, todo es un ambiente cultural que le da sentido a lo que ven o escuchan. La leyenda tiene una característica y es que da un mensaje ético y moral: ¿Cuál es este? Si miran a una muchacha guapa que está desnuda, no debes ir detrás de ella porque algo malo te va a pasar, ya que cuando la Siguanaba se voltea, puede impactarte tanto y podría hacerte caer de un puente o de un barranco, vas a morir y tu alma se va a perder. Lo mismo pasa con la Llorona. Ella es un espíritu en pena que mató a sus hijos para ocultar su adulterio, entonces no tienes que ser infiel.
¿Hay leyendas que se han ido perdiendo?
Las leyendas siguen vigentes, lo que ocurre es que las nuevas generaciones no las han escuchado o no las saben. Hay jóvenes que van a los cañaverales y ven que el monte se mueve, pero no es un animal porque lo confirmaron con la luz del celular. La tradición oral explicaría: son los tzipitíos. Lo interesante de las leyendas es que no se han perdido, no han desaparecido, simplemente las personas escuchan menos de ellas y los jóvenes no saben cómo interpretarlas dentro del concepto cultural que existe en Guatemala y es riesgoso porque se pierde la información y no van a saber de qué se trata. Pero la gente sigue escuchando ruidos, viendo sombras y sintiendo miedo. Por esa razón es importante que los medios de comunicación, así como el Ministerio de Educación mantengan vigente la tradición oral.
¿Qué interrumpe que siga esa tradición oral?
Los padres de familia y la tecnología porque si yo como padre le cuento una leyenda a mi hijo, él va a querer saber más y no se despegará de mí, y yo tengo que ver el celular, estar en la computadora, tengo tanto que hacer que se me hace más fácil darle un aparato electrónico. Una forma de transmitir valores y que, así ha sido por siglos, es la tradición oral. Sugiero que los padres cuenten historias a sus hijos y no los abandonen con la tecnología.
¿Podrías comentarnos algunas leyendas?
“La Llorona”, “La Siguanaba”, “El Cadejo” y “El Sombrerón” son las más populares y siguen vigentes. Pero en Petén hay una muy bonita: Las luces del lago de Petén Itzá. Se ven en forma de serpiente y pueden interpretarse como buena fortuna o de que pasará algo positivo en la vida de quien las mira. También está la del autobús de la muerte, aunque esta ha cambiado, porque la leyenda registrada es la de “El carretón de la muerte”, en la que una señorita se acompañaba de un caballero y en sus manos llevaba un retrato. Por otro lado, en Chiquimula se habla del fraile sin cabeza, que se les aparece a las personas que pasan a altas horas de la noche enfrente de la iglesia vieja, construida a finales del siglo XVII. La historia cuenta que hubo personas que buscaban oro en la iglesia y que, por error, profanaron su tumba, eso provocó que le robaran su paz.
¿Tienes alguna sugerencia para hacer con la niñez el 31 de octubre y el 1 de noviembre?
Sería bonito que aprovecharan las fechas para narrar historias propias del país. En este tiempo, en que las noches son más largas, las diferentes culturas del hemisferio norte las han asociado con la presencia de los difuntos y de que hay que encenderles una veladora para decirles adiós, pues se sabe que los familiares vienen a visitarnos.