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La historia de la moda muestra por qué no vestiremos leggings para siempre

Aunque la moda refleja cuán aislados estamos ahora, ya hay fenómenos que luchan simbólicamente contra la pandemia.

En “La guerra no tiene rostro de mujer”, libro de la Nóbel de Literatura 2015 Svetlana Alexiévich que narra los testimonios de las mujeres rusas combatientes en la Segunda Guerra Mundial, una telegrafista le contó a la periodista cómo se “volvió a sentir mujer” cuando su capitán les trajo una peluquera en plena invasión de Moscú para que ella y sus compañeras subieran su ánimo al hacerse peinados. La historia de la moda muestra por qué no vestiremos leggings para siempre

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Miles de kilómetros al oeste, en el Reino Unido, Winston Churchill ponía el labial rojo como un producto de primera necesidad en la revista Vogue, con el lema “Beauty is your duty” (tu belleza es tu deber) ya que subía la moral de la población femenina y las hacía sentir fuertes y seguras.  Años después, tristemente, el teniente británico Mervin Willet Goning relataba al liberar el campo de concentración de Bergen- Belsen cómo las prisioneras “se sentían personas otra vez” tan solo aplicándose labial rojo.  Cómo esto les devolvía su humanidad.

La historia de la moda muestra por qué no vestiremos leggings para siempre

Todos estos ejemplos ocurrieron hace más de 80 años, en un conflicto que devastó a Europa y cambió el mundo para siempre, pero que reflejan el mismo sentimiento colectivo que hoy tienen muchos ante una crisis que les cambió la vida: porque aunque se ven editoriales de ropa protectiva de diseño, incluso de distanciamiento social  y de cómo el loungewear va a quedarse un buen tiempo en nuestro presente con ropa cómoda, hay atisbos de resistencia.

Brillar más, como antes, para sentir de nuevo esa normalidad y para adornarse para subir el ánimo, aunque algunos gestos causen curiosidad e indignación. Las filas en Zara en París, apenas reabrió la tienda, son una prueba de eso. También lo que pasó en China, en Guangzhou, donde Hermés tuvo 2,7 millones de dólares en ventas en un fenómeno que se conoce como “revenge buying” y que no se diferencia, por ejemplo, de lo que pasó con las compras de cosméticos luego del 11/S o el crack de 2008.

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Y, por otro lado, aunque las búsquedas de páginas web de moda están claramente reflejadas en ropa de casa, no deja de resultar curioso cómo el vestido midi se abre campo en medio de la ropa de la pandemia: la plataforma Edited, que muestra cuáles son las prendas más buscadas y vendidas en tiempo real mostraba que el vestido midi era el producto más vendido a comienzos de este mes ( actualmente es el bikini, por el verano).

Claramente, los contextos económicos son distintos, los sociales también en esta época de pandemia. Pero en épocas de crisis, tal y como lo muestra la historia, la moda encuentra formas de ser creativa y de redefinir completamente la estética. Y en eso influye el hecho de arreglarse, así sea para la fiesta por Zoom. “Producirse a sí mismo, crear una imagen , escenificarse, sí es una manera de mejorar el estado de ánimo. Esta es una manera de darle un vuelco a la esperanza. Es una manera de creer que las cosas pueden mejorar. Y es una manera de subir el espíritu, definitivamente. Yendo a la historia, por ejemplo, se suele creer que París no produjo moda en la Segunda Guerra Mundial. Sí lo hizo, pero esa moda no tuvo tanto impacto como la que tuvo la de Nueva York en esos momentos, básicamente porque Francia no tenía manera de comunicar qué era lo que hacía en esos momentos para el mundo. Pero usar sombreros de papel (como escribió Colette), o pensar en los peinados y los sombreros, de formas extrañas, o en los tacones de aquella época en París muestran cómo la moda ayudó a subir el ánimo y a la creatividad, aunque la producción textil era limitada.Entonces te das cuenta de que sí hay elementos en el vestido que te permiten escapar a la monotonía y conectar con la esperanza y mejorar el estado de ánimo de la gente”, le explica a Metro el historiador de moda y docente de diseño de vestuario de la Universidad Pontificia Bolivariana, William Cruz Bermeo.

Luchando contra la desazón

Ahora bien, así como Lucien Lelong hacía sus desfiles de muñecas en un París de posguerra, en estos momentos, la industria lucha contra todo para poder mantenerse a flote. Hay un grupo de diseñadores que conformó una propuesta, Rewiring Fashion, donde planean cambiar los modos de producción y el calendario de la moda por piezas más sustanciales.

Otras iniciativas van en forma de semanas de moda digitales (la última realizada en México, antes en Shanghai y Tokio) donde la ropa de confinamiento dejó de ser una opción para mostrar el talento creativo de los diseñadores. Incluso la ropa protectiva se reviste de diseño, porque es importante para la gente adornarse y expresarse, incluso viendo su alrededor en cenizas, como ha pasado en cada momento reciente de la historia donde la moda ya ha existido como sistema.

“De hecho hay una suerte de revancha, podríamos decir, que puede venir pos crisis y esta puede generar o más fantasía o generar un deseo de compra desaforado. Es decir, eso es parte de lo que podría suceder. Y en efecto, las posguerras han demostrado que son un espacio para la creatividad y la transformación. Cuando tu miras la moda después de la Segunda Guerra Mundial, el cambio es radical y de la Primera, también lo es. Y cuando miras la moda que surge en los países post soviéticos, si tu miras por ejemplo, ‘La Movida Madrileña’ y lo que empezó a pasar en Barcelona después de generaciones bajo el franquismo, es un vuelco completo a la creatividad. De esta manera quiero decir que creo que las restricciones contienen un espíritu creativo que pasa después de las crisis y que es probable que lo veamos”, explica Cruz Bermeo.

Y esas imágenes se reinventarán en un futuro, cuando seguramente el virus sea parte de nuestra cotidianidad y por qué no, bajo el tapabocas adornado,  usar la creatividad, la ostentación y la producción propia para tener la individualidad como una manera de volver a ser nosotros, como muchos lo hicieron antes en la historia.

 

5 momentos en que resurgió la moda después de la crisis

Primera Guerra Mundial

El primer y gran conflicto devastador del siglo XX liberó del corsé a las mujeres y de los esplendorosos, pero intricados atuendos de la Belle Epoque. También  dio paso a los vestidos cortos, el peinado a la garcon y los tocados de las flappers en los años 20 y su desenfado. Chanel reina.

Crack del 29

Se alargaron las faldas, pero también se mostraron escotes y se dio paso a la elegancia surreal de los vestidos de Schiaparelli y a tener a estrellas de Hollywood como íconos gracias a los estudios y a Edith Head.

Segunda Guerra Mundial

De la austeridad y la ropa utilitaria, las mujeres volvieron a la casa y qué mejor que hiperfeminizarlas con el New Look de Christian Dior, con cinturas estrechas y faldas amplias.

Franquismo

Décadas de opresión cultural en España tuvieron su catarsis en el colorido, extravagante y exuberante movimiento cultural llamado La Movida Madrileña, donde salieron íconos de moda y cine como Pedro Almodóvar, Miguel Piña, Agatha Ruiz de la Prada  y Rossy de Palma, entre otros.

Regímenes comunistas 

Irónicamente los dos países que tuvieron regímenes comunistas más severos, como China y Rusia, tienen clases pudientes que son las mayores consumidoras de lujo en el mundo. La población del segundo país, antes de la pandemia, era la que  atestaba y atesta, aún, las tiendas de lujo europeas, pero también han comenzado a tener una seria y fuerte industria de moda.

 

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