Estados Unidos acusó este lunes al australiano, Julian Assange, fundador de WikiLeaks, de haber puesto en peligro a sus fuentes al publicar información clasificada.
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Diez años después de la difusión de miles de documentos confidenciales sobre actividades militares y diplomáticas estadounidenses, este lunes comenzó en un tribunal británico el estudio de la causa que puede durar varios meses.
Assange, de 48 años, apareció tranquilo y atento, dispuesto a batirse contra lo que considera una persecución política.
"(Assange) No está acusado de revelar información vergonzosa o molesta que el gobierno hubiera preferido no divulgar", dijo el representante estadounidense, James Lewis, ante una sala atestada del tribunal de Woolwich, al sureste de Londres.
Washington lo acusa, principalmente, de haber puesto en peligro a algunas de sus fuentes al publicar, en WikiLeaks, 250 mil cables diplomáticos y medio millón de documentos confidenciales sobre acciones del ejército estadounidense en Irak y Afganistán.
"Estados Unidos tiene conocimiento de fuentes, cuyos nombres no fueron ocultados y/u otra información identificatoria figuraba en los documentos clasificados publicados por WikiLeaks, quienes después desaparecieron".
El juez español Baltasar Garzón, coordinador de la defensa, destacó respecto a las pretensiones norteamericanas:
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"Una auténtica locura (…) Recibes y difundes, entonces ¿espías para toda la humanidad? Es tremendo, Estados Unidos está blindando a su servicio de inteligencia frente a la posibilidad de que un periodista difunda información".
Entre esos documentos, figuraba un video en el que se veía civiles abatidos por disparos de un helicóptero de combate estadounidense en Irak, en julio de 2007, incluyendo a dos periodistas de la agencia Reuters.
¿Campeón de la libertad de información?
Pero la hazaña del australiano, que le valió la etiqueta de campeón de la libertad de información, también le costó numerosas críticas.
En 2011, los cinco diarios (incluyendo The New York Times y Le Monde) asociados a la plataforma, condenaron la publicación de documentos no editados que podrían poner en peligro a fuentes informantes.
Considerado un "paladín" de la libertad de expresión por decenas de seguidores, Assange podría ser condenado hasta a 175 años de prisión en Estados Unidos, donde está acusado de pirateo informático y espionaje.
Además, en mayo la justicia estadounidense agregó otros 17 cargos en virtud de la ley antiespionaje.
Sus apoyos denuncian que estas acusaciones suponen grave peligro para la libertad de prensa.
En una audiencia preliminar, Assange declaró que se negaba a "someterse a una extradición por un trabajo periodístico que recabó numerosos premios y protegió a mucha gente".
Detenido en la cárcel de alta seguridad de Belmarsh, adyacente al tribunal, Assange tendrá que comparecer toda la semana antes de aplazarse la audiencia al 18 de mayo, cuando se reanudará por tres semanas.
"Tortura psicológica"
Ahora, la justicia británica tendrá que determinar si la demanda de extradición respeta varios criterios legales, y sobre todo si no es desproporcionada o incompatible con los Derechos Humanos.
Assange fue detenido en abril de 2019 en la embajada de Ecuador, donde estuvo refugiado casi siete años.
Temía ser extraditado a Estados Unidos o a Suecia, donde estaba acusado de violación y agresión sexual. Siempre rechazó estas acusaciones, y la fiscalía sueca finalmente abandonó el caso.
En la última audiencia preliminar, el miércoles pasado, la defensa alegó que el presidente estadounidense, Donald Trump, prometió indultar al australiano si este negaba que Rusia filtró los correos electrónicos que perjudicaron a su rival, Clinton.
La Casa Blanca, sin embargo, negó esta afirmación.
En un documento de su defensa, su abogada, Jennifer Robinson, afirmó que la propuesta llegó por parte del exdiputado republicano Dana Rohrabacher "siguiendo instrucciones" del presidente estadounidense.
Por su parte, Rohrabacher desmintió haber hecho su oferta en nombre del presidente estadounidense.
Wikileaks publicó en 2016, en un momento clave de la campaña de las presidenciales estadounidenses, miles de correos pirateados del Partido Demócrata y del equipo de la entonces candidata Hillary Clinton, que la debilitaron en la carrera por la Casa Blanca.