Todos sueñan con viajar por el mundo y ver los paisajes que aparecen en películas. También hay quienes ahorran hasta el cansancio con tal de acudir a palacios e increíbles monumentos. Sin embargo, no todos saben la historia detrás de aquellos muros que añoran visitar. Tal es el caso de la Iglesia de San Julián el Pobre, ubicada en París, Francia. Quienes viven alrededor la conocen bien por la leyenda que la caracteriza.
PUBLICIDAD
Se trata de una iglesia de estilo medieval ubicada en la Rue Saint-Julien le Pauvre. Está a un costado del jardín René-Viviani, conocido por tener el árbol más antiguo de la ciudad. También es muy cercana a la Catedral de Notre Dame, por lo que muchos turistas agendan ambas iglesias para ser recorridas en el mismo día.
PUBLICIDAD
Según cuenta Gustave Flaubert, autor del texto "La leyenda de Julián el hospitalario", Julián era un joven fuerte y apuesto, perteneciente a una familia noble. Un día decidió perseguir a un ciervo, hasta que este se volteó para decirle “¿por qué me sigues, si es a tus padres a quienes matarás?”
Para evitar tal desgracia, él se marchó a un pueblo lejano y comenzó a trabajar junto a un príncipe.
Julián se esforzó por ganarse el cariño del pueblo a través de sus buenas obras. Tanto, que el príncipe le ofreció por esposa a una joven hermosa, un castillo y una dote. Al casarse, creyó que ya había dejado atrás aquel lastre que lo hizo alejarse de su familia.
De todos modos, algo en su interior le decía que debía ser precavido, así que decidió no regresar.
Los padres de Julián tardaron, pero cuando por fin encontraron el castillo en el que ahora vivía su hijo, estaban dispuestos a recuperarlo: llegaron al lugar una mañana en que él no estaba en casa, y su esposa los acogió. De hecho, les ofreció su cama para que descansaran tras el largo viaje.
A la mañana siguiente, Julián regresó a la casa sin saber que su esposa no estaba allí. Fue directamente a su habitación y observó que había dos personas durmiendo bajo las sábanas. Sin embargo, creyó que era su esposa siéndole infiel, por lo que asesinó a quienes ocupaban la cama.
Julián, al darse cuenta de la gravedad del error, supo que era el momento de comenzar su penitencia. Por esta razón, se retiró a vivir a la orilla de un río para purgar la pena. Se volvió barquero y comenzó a cuidar de pobres y peregrinos, dándoles comida y atenciones.
Unos dicen que pasó el resto de su vida en los barcos. Otros cuentan que Julián se convirtió en sacerdote y siempre acabó con los bolsillos vacíos porque daba su dinero a los más necesitados.
Ahora, se dice que los pasillos de la iglesia son testigos de los paseos de Julián en plena madrugada. Además, se trata de un lugar conocido por acoger a muchos necesitados, así que los vecinos aseguran que es aquel joven quien los guía hasta las puertas de la iglesia.
Qué ocurrió con la iglesia de la leyenda
Actualmente, la iglesia de San Julián el Pobre está destinada al culto grecocatólico. Es visitada por más de un millón de turistas anualmente, y se le conoce no solo por la leyenda que la acompaña, sino también por la elegancia que guarda en su sencillez.
Además, según el portal European Heritage Awards, en ella se realizan conciertos de música clásica para recaudar fondos. Una parte de estos se destina al mantenimiento del templo, mientras que lo que queda es utilizado para ayudar a personas de escasos recursos del Barrio Latino.