“Tengo 18 años, viví en Guatemala toda mi niñez. Vivía con mi abuela Teofila Ovalle, mi hermano Antonio Rendón y mi tío Elí Ovalle entre otros familiares muy cercanos”.
PUBLICIDAD
Así inicia su historia Alessandro Rendón, un joven de 18 años oriundo de la aldea Chocolá de San Pablo Jocopilas, en Suchitepéquez.
Desde hace dos años viajó a Estados Unidos para iniciar una nueva vida lejos de su pueblo natal. El pasado 5 de junio, cumplió una de sus primeras metas en ese país: Obtener su título de High School.
Homenaje a su país
La ocasión no fue desaprovechada por Alessandro quien el día de su graduación adornó su birrete con distintivos de Guatemala.
“Mi graduación fue el 5 de junio en la ciudad de Los Ángeles, en Lancaster, California. Ese día quería mostrar mi orgullo guatemalteco”, señala.
Relata que su birrete lo decoró de la bandera de Guatemala. Entre otros detalles agregó una marimba, el mapa guatemalteco y el escudo de armas.
Agrega que también puso una fotografía del reloj centenario de Chacolá, tierra de la cual se siente orgulloso.
PUBLICIDAD
Además colocó una frase que según dice lo representa como chocoleño y guatemalteco:
“Que toque la marimba muchá porque lo logré”.
0 of 9
Migrante legal
A diferencia de muchos migrantes que deben arriesgar su vida para alcanzar el llamado “sueño americano”, Alessandro pudo entrar de manera legal a Estados Unidos.
“Gracias a dios tuve la oportunidad de viajar a Estados Unidos en febrero del año 2017 obteniendo papeles americanos por parte de mis padres”, relata.
A pesar de ello, no resulta fácil adaptarse a una sociedad muy distinta a la que conoció durante su vida en Guatemala.
“Al principio todos tenemos miedo a algo nuevo o una nueva experiencia. Pero con intentarlo no perdemos nada, nunca sabemos si esa experiencia será el principio de nuestro éxito” asegura.
Un camino difícil
Alcanzar el éxito no es fácil en ningún lugar del mundo y para graduarse Alessandro puso todo su empeño desde que llegó a su nuevo centro de estudios. Además está consciente de que hay oportunidades que no todos tienen y por lo tanto deben ser bien aprovechadas.
“Siempre que dejaban alguna tarea, exposición o proyecto, siempre trataba la forma de hacerla perfecta para que los maestros me dieran puntos extras”, dice.
Relata que también asistió a clases de verano y recibió clases extras. Lo normal, según relata, es tomar de 1 a 5 clases y él tomaba 7.
Por el momento, dice que aun esta por decidir entre estas dos profesiones: Traductor de español o medicina general.
Con información de Fridel Mejicanos, Emisoras Unidas 89.7.