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El uruguayo invidente que identifica más de 700 especies de aves por sus sonidos

Juan Pablo Culasso es ciego de nacimiento. Sin embargo, su trabajo sonoro con aves es reconocido a nivel internacional y algunas de sus grabaciones se encuentran en la biblioteca Macaulay Library.

Juan Pablo Culasso es invitado habitual a eventos de ornitología y ha grabado aves no solo en Uruguay, sino en países como Argentina, Brasil, Colombia y Paraguay, e incluso en la Antártida.

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Este uruguayo de 33 años que, a pesar de ser invidente de nacimiento, es capaz de reconocer más de 3000 sonidos de cerca de 700 especies de aves.

Lleva más de 15 años dedicado a grabarlas.

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Su gran talento le ha permitido hacer estudios junto al curador del archivo sonoro neotropical, Jacques Vielliard, en la Universidad Estatal de Campinas (UNICAMP), en Brasil.

También ha sido conferencista en el Laboratorio de Ornitología de la Universidad de Cornell.

Actualmente, es colaborador de Macaulay Library, la biblioteca de sonidos de naturaleza más importante del mundo.

Publinews Internacional habló con él.

¿Cuándo empezó tu interés por las aves?

Quizás todo empezó cuando era niño y mi papá me hacía un juego, tenía una enciclopedia y yo tenía que decirle el nombre del ave asociada a un número.

Ese fue el inicio, de lo que sin saber, se convertiría en mi pasión. Me empecé a interesar más cuando me regalaron una colección en CD que se llamaba Voces de las aves de Chile.

Llegué a mi casa y lo escuché como seis veces seguidas.

Eso fue en el 2003, cuando tenía 16 años.

Luego me mandaron otro de regalo, Cantos de las aves de misiones, de un argentino llamado Roberto Straneck.

Era un cassette y lo escuché tanto que terminé por gastar la cinta.

Mi madre iba bastante a Buenos Aires y empezó a traerme más cassettes de ese mismo autor.

Recuerdo que luego, en una salida de campo con biólogos, fuimos a buscar unas especies que se llaman semilleros y empecé a hacer asociaciones: “este canto está en el cassette 4, lado B, número 14”.

En ese momento me dieron mi equipo de grabación y registré mi primer sonido, ahí sí fue el click definitivo.

¿Cómo darte cuenta que lograbas reconocer más de 3 mil sonidos?

Al principio era algo novedoso.

Yo estaba preparándome para la carrera de derecho pero lo de las aves me llevó para otro lugar.

Al principio no era más que una rareza pero después se convirtió en un estilo de vida.

Soy autodidacta porque en América Latina todavía se discrimina muchísimo a las personas con discapacidad, es un hecho y es triste.

Por ser ciego te limitan a algunas cuantas profesiones como Psicología, Derecho o Filosofía.

Cuando quieres hacer una carrera que no es común, que no hace parte del statu quo de las personas ciegas, aparecen un montón de obstáculos.

Pero eso no me ha hecho desistir de mis objetivos.

Es verdad que el camino para llegar a la meta es más extenso, pero cumplir el objetivo realmente es una satisfacción muy grande.

¿Qué puedes contarnos sobre tu experiencia?

Es una sensación un poco ambigua: no haber entrado a una universidad a estudiar pero ir a una universidad a dar conferencias a estudiantes que están haciendo una carrera que yo quise hacer en su momento.

Me da una sensación muy loca dentro, es muy raro, no voy a mentir.

A veces me pregunto: ¿qué hago acá y para qué?

Pero eso pasa por un autorreconocimiento de lo que puedes hacer, y bueno, si no estudié biología pues encontré otro camino para dedicarme a lo que me gusta.

Si yo les puedo enseñar algo a esos biólogos que están en formación, para mí es una alegría inmensa.

¿Qué nos dice el canto de un ave?

El lenguaje de las aves es muy difícil, yo creo que lo más importante que intentan decirnos todos los días al amanecer es: ‘¡hey!, estoy vivo’.

Muchos creen que el humano es un ser perverso que destruye todo, y de alguna manera es verdad, pero la naturaleza de cierto modo también es perversa.

No todo se trata de animales lindos los unos con los otros.

Por el contrario, el canto de un ave para nosotros puede ser lindo, pero quién sabe qué le está diciendo a otros animales.

Una misma ave puede tener múltiples cantos, ¿qué has podido descubrir en esa variedad?

La familia de los cucaracheros, por ejemplo, es sorprendente.

Cada especie tiene muchísimos cantos.

El cucarachero del pastizal (Cistothorus platensis) es impresionante, puede estar cantando media hora y no te repite una frase.

Para mí el sonido es un gran bioindicador ambiental, eso es indiscutible.

Haciendo grabaciones de paisajes sonoros a lo largo del tiempo uno puede saber si ese ambiente está más o menos degradado.

Los sonidos te indican la transformación del paisaje.

¿Cuándo te das cuenta de si el hábitat está degradado o muy bien conservado?

Por el tipo de sonidos que hay y por el tipo de competición que hay en las frecuencias del sonido.

Hay especies que son de un mismo ecosistema, que cantan y su canto no se superpone a otro, sino que un ave canta con un intervalo de medio segundo más y en ese medio segundo se pone otro sonido.

En esa interacción te das cuenta que hay una armonía en el ambiente.

¿Cuáles son las aves que más recuerdas?

Cuando grabé una colonia de pingüinos en la Antártida y, en Colombia, cuando finalmente pude grabar el sonido del cucarachero flautista (Cyphorhinus thoracicus).

Hace tiempo lo estaba buscando y finalmente se me dio grabarlo en el departamento de Risaralda.

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