Unos 500 centroamericanos, integrantes de la segunda caravana migrante que ingresó a México con el objetivo de llegar a Estados Unidos, llegaron este martes a un albergue en la fronteriza ciudad de Tijuana.
En este albergue, otros 5,200 migrantes ya viven en condiciones de hacinamiento.
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Cansados y hambrientos tras un viaje de 180 km desde Mexicali, los centroamericanos -en su mayoría familias hondureñas con niños- descendieron de autobuses e hicieron una larga fila para registrarse en el albergue, improvisado por las autoridades locales en un barrio marginal de Tijuana, a unos metros del muro fronterizo.
Esta segunda caravana se une así a la primera, que salió de San Pedro Sula, Honduras, el 13 de octubre y recorrió 4,000 km a pie y en autostop hasta llegar a Tijuana.
Varados
En la ciudad se ha formado un cuello de botella de migrantes centroamericanos, ante la negativa de Estados Unidos para acogerlos sin antes realizar un largo y complicado proceso de petición de asilo.
En el albergue, las duchas y sanitarios son escasos y pululan epidemias de tuberculosis, influenza, infecciones respiratorias y piojos.
La segunda caravana llegó al albergue cuando la Marina repartía la segunda ración de comida diaria. En total, se entregan 8,000 platos de comida al día, según un mando militar que pidió el anonimato.
El alcalde de Tijuana, Juan Manuel Gastélum, ha pedido la intervención de la ONU, alegando que no recibe apoyo del gobierno federal.
Según él, el costo diario para mantener el albergue es de más de medio millón de pesos (unos 25,000 dólares).
Unos 740 funcionarios cubren guardias para gestionar el refugio, que produce cinco toneladas de basuras diariamente.