Desesperados de estar hacinados en un albergue, al menos 500 migrantes (que participaban en una manifestación desde el albergue en el que están unos cinco mil centroamericanos) se separaron de la marcha, que sumaba unas mil personas, y se lanzaron, sin éxito, hacia la línea fronteriza de Estados Unidos, pues fueron alcanzados por gases lacrimógenos desde el norte, al mismo tiempo que los estadounidenses cerraron la frontera.
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“Estamos dispuestos a dejar aquí la vida con tal de pasar”, le dijo a la “AFP” Mario López, un hondureño que empujaba a su hija de tres años a través de un agujero del muro fronterizo a ras de terreno durante el intento por ingresar.
La niña, que había perdido sus sandalias en la estampida, se arrastró en la tierra queriendo pasar al otro lado.
Helicópteros estadounidenses sobrevolaban cerca de la frontera, controlando los intentos de cruzar de los migrantes y lanzado gases lacrimógenos. Poco después, los helicópteros cruzaron el límite y sobrevolaron el lado mexicano, constató la “AFP”.
Con dificultades para respirar, muchos recularon e incluso una mujer cayó del muro y se desmayó.
“¡Nos van a matar!”, gritaba otra mujer tratando de recoger a la desmayada.
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La multitud trataba de protegerse de los gases cubriéndose el rostro mientras que las madres auxiliaban a los niños.
La muchedumbre se arremolinaba sobre la línea fronteriza, empujándose entre ellos, en medio de gritos y llantos de los niños.
“¿Ya estamos en Estados Unidos?”, preguntaron con desesperación los migrantes mientras esperaban cruzar la doble valla fronteriza que separa la ciudad mexicana de Tijuana de la estadounidense San Diego.
Estos migrantes forman parte de una gigantesca caravana, la mayoría de hondureños, que llegó a sumar unos siete mil, de los cuales unos cinco mil han llegado hasta Tijuana.
TRUMP PRESIONA
A medida que se acentúan las tensiones en Tijuana, desde Estados Unidos, el mandatario Donald Trump presiona a México para que acepte que los centroamericanos permanezcan en su territorio a la espera de que se resuelva su solicitud de refugio.
El diario “The Washington Post” publicó el sábado que Estados Unidos y el próximo gobierno mexicano, que será encabezado por Andrés Manuel López Obrador, se encaminan a un acuerdo sobre este tema.
Olga Sánchez Cordero, actual senadora y futura ministra de Gobernación (Interior) y quien era citada por el diario estadounidense para confirmar el acuerdo, precisó en un comunicado que aún no se ha cerrado pacto alguno, que el nuevo gobierno asume el 1 de diciembre y que tienen una política de “brazos abiertos” con los migrantes, con especial acento en la protección de los derechos humanos.
Una de las exigencias de Trump es que México se convierta en “tercer país seguro” que albergue a los aspirantes al refugio en Estados Unidos a la espera de que se les resuelva su petición.
DOBLE ESPERA
El gobierno saliente de Enrique Peña Nieto ha rechazado ser tercer país seguro, aunque también ha lanzado programas de empleo en Tijuana que exhortan a los centroamericanos a permanecer en México mientras esperan su turno para presentar su petición de refugio.
De llegar a concretarse el acuerdo de “tercer país seguro”, se trataría de una “doble espera” en territorio mexicano, pues se les obligaría a regresar a México a aguardar su audiencia en la corte, explicó Dolores París Pombo, experta en migración del Colegio de la Frontera Norte, con sede en Tijuana.