A medida que la caravana de migrantes centroamericanos ha continuado su extenuante avance sobre El Salvador, Guatemala y México, ha sido posible conocer las historias de muchos de quienes la integran.
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Desde personas que huyen de la pobreza y la delincuencia en sus países de origen y fijan en Norteamérica una luz de esperanza para su situación actual, hasta quienes buscan un milagro para sus seres queridos.
Paralelamente, aquellos que observan el transitar de la masiva procesión de migrantes deben continuar con su día a día. Y mientras algunos han permanecido indiferentes ante este acontecimiento, otros se han visto afectados, aunque de forma positiva, por el mismo.
Tal es el caso de Christopher Reyes, un hondureño que reside en la ciudad mexicana de Puebla desde hace nueve años.
Este migrante centroamericano, quien se gana la vida lavando autos, vio cómo uno de los días más importantes de su vida, su boda, coincidía con el paso de la caravana.
Pero lejos de enfadarse, la pareja se mostró feliz y conmovida de poder compartir esta fecha especial con los paisanos del novio.
“Le dije (a Chistopher) que invitara a quien quisiera, pero se pasó”, comentó entre risas Gloria Jannet Velasco Martínez, la novia, una poblana de 37 años de edad.
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La boda se realizó en la parroquia de la Asunción, en Puebla, en donde está ubicado un albergue que recibió desde la noche del sábado a varios migrantes que buscan llegar a Estados Unidos.
“Nos enteramos anoche (que la ceremonia coincidiría con la estadía de los migrantes). ¿Cómo nos íbamos a enojar?. Al contrario, pasamos a comprar unos pañalitos para los niños”, comentó por su parte Christopher, citado por la AFP.
Tras presenciar la unión, integrantes de la caravana gritaban “¡Beso, beso!” a la feliz pareja. Algunos de ellos estaban recostados en los pasillos del templo y otros seguían con la mirada a los recién casados.
Al llegar a la mitad del corredor principal, el novio sugirió a su esposa que lanzara el ramo de flores, mismo que voló hasta terminar en un grupo de mujeres migrantes que lo recibió entre risillas, murmullos y aplausos.
“Son los paisanos de él. Ojalá pudiéramos ayudar más. Estoy feliz por mi boda, per me impresiona tanta gente que busca una mejor vida”, agregó la novia.
Tras la breve distracción, los migrantes regresaron a la realidad. Entre cobijas y colchonetas, descansaban para poder seguir su trayecto hacia Ciudad de México, y posteriormente hacia Estados Unidos.