Entre los miles de migrantes mayoritariamente hondureños que participan en la caravana que transita por el sur de México rumbo a Estados Unidos, hay también algunos guatemaltecos. No son muchos, pero razones para migrar no les faltan.
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Mientras en Honduras y El Salvador el principal detonante es la violencia y la situación de inseguridad provocada por las pandillas, en Guatemala, la pobreza y la falta de salarios dignos es el primer motivo para salir del país.
Con casi 17 millones de habitantes, Guatemala comparte frontera con México y es paso obligado en la ruta migratoria hacia Estados Unidos.
Los datos de la Organización Internacional para las Migraciones cifra en casi 1 millón los guatemaltecos que viven actualmente en Estados Unidos pero el gobierno de Guatemala afirma que superan el millón y medio.
Las remesas que envían constituyen uno de los pilares económicos del país, suponen el 11% del PIB, pero con un aumento de las deportaciones este flujo está en peligro: la OIM afirma que en los seis primeros meses de 2018, el número de deportados de esta nacionalidad, tanto desde Estados Unidos como desde México, aumentó un 64%.
Estos son algunos de los motivos que hacen que los guatemaltecos emigren.
Pobreza
Guatemala, un país de mayoría indígena, es la mayor economía de Centroamérica pero también uno de los países con mayores desigualdades de América Latina.
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El 60% de los guatemaltecos viven en la pobreza, la mayoría de ellos indígenas. De ahí que muchos de los que salen del país procedan de estas comunidades que no tienen el español como lengua materna.
Casi la mitad de los niños menores de cinco años sufre desnutrición y 23% tiene desnutrición aguda, es decir, pasa hambre. Solo uno de cuatro adolescentes llega a la secundaria.
Quizás uno de los datos más preocupantes es que aunque la población tenga trabajo, no les da para vivir. En 2017 el porcentaje de trabajadores con sueldos inferiores al costo de la canasta básica se elevó del 83% al 95%, según la ONU.
Violencia y extorsiones
Desde 2015 Guatemala ha registrado una tendencia sostenida a la baja en los homicidios. Ahora hay 27 asesinatos por cada 100 mil habitantes, una cifra ligeramente mayor a la que tiene México pero sustancialmente más baja que la de sus vecinos del Triángulo Norte, El Salvador y Honduras.
Estos resultados, fruto de años de trabajo técnico de la policía, se han visto mermados, según analistas, por la actual administración, que desmanteló la carrera policial y nombró a una nueva cúpula que no tenía la preparación necesaria.
Además, aunque los asesinatos fueron a la baja, las extorsiones de las pandillas o el crimen organizado continúan y son uno de los mayores temores de la población. En 2017 la tasa fue de 43 extorsiones por 100 mil habitantes.
La violencia contra la mujer es otro problema importante, máxime dada la saña con la que se ejecutan las agresiones. Los delitos por violencia de género son hoy en día los que acaparan más denuncias, aunque el 83% queda en la impunidad, dice la ONU.
Inestabilidad política y corrupción
Desde 2007, Guatemala ha sido ejemplo centroamericano de cómo se puede luchar contra la corrupción. Por medio del trabajo conjunto del Ministerio Público, la Policía Nacional Civil y la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), fueron procesadas cientos de personas y no solo se investigó a un presidente en activo, sino que se logró su renuncia y se consiguió procesarlo por corrupción.
El trabajo de la Comisión empezó a tener dificultades en 2017, cuando la CICIG y la fiscalía solicitaron la detención del hijo y el hermano del presidente Jimmy Morales por un caso de corrupción e intentaron desaforar al mandatario para investigarlo por financiamiento electoral ilícito.
Este año el presidente dio un paso más: primero negó la entrega al país del comisionado Iván Velásquez y luego su gobierno se negó a renovar las visas de algunos trabajadores del organismo.
Esta situación puede no ser un factor directo que lleve a los guatemaltecos a migrar pero sí tensó las relaciones del gobierno con la comunidad internacional, generó inestabilidad política, hizo crecer la desconfianza en las instituciones y tuvo efectos en la economía y la inversión. Estos últimos puntos repercuten en que muchas familias quieran buscar otros países para vivir.
* Con información de la agencia de noticias AP.