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Hondureños avanzan por México mientras EE. UU. anuncia envío de tropas a la frontera

Los miles de migrantes partieron la madrugada de este jueves del municipio de Mapastepec y tras siete horas de caminata llegaron a la población de Pijijiapan, en el sureño estado de Chiapas, entre gritos de "¡Sí se pudo!".

Luchando contra un creciente cansancio, la caravana de migrantes hondureños llegó este jueves a su cuarta parada en el sur de México camino a Estados Unidos, desafiando el discurso antiinmigrante del presidente Donald Trump, quien anunció el despliegue de militares en la frontera entre ambos países.

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Los miles de migrantes partieron la madrugada de este jueves del municipio de Mapastepec y tras siete horas de caminata llegaron a la población de Pijijiapan, en el sureño estado de Chiapas, entre gritos de "¡Sí se pudo!".

Exhaustos, los migrantes descansaron sobre las banquetas y el piso de cemento de la plaza principal de Pijijiapan, rodeada de casas multicolor.

Algunos acudieron a los puestos de atención médica para recibir suero intravenoso, y otros que llegaron montados gratuitamente en camiones de carga y tráileres, se dieron tiempo para jugar fútbol.

"El aburrimiento es grande y tenemos que festejar, poco a poco vamos a llegar", dice Luis Alberto Adalberto, de 21 años, al participar de un partido informal en una cancha cercana al río.

Los migrantes aún deben recorrer más de 3.000 km para alcanzar la frontera con Estados Unidos, según sus cálculos, en un trayecto que les tomaría un mes y medio aproximadamente. La ONU estima que unas 7.000 personas viajan en la caravana.

Ante el avance de los migrantes, un funcionario del Pentágono, que habló bajo condición de anonimato, dijo este jueves que en la frontera con México serán desplegados "cientos" de militares, la mayoría de los cuales realizarán tareas de apoyo logístico.

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El presidente estadounidense, cuyo discurso antiinmigrante es una de sus principales banderas políticas, dijo este jueves que con estos militares enfrentará la "emergencia nacional" que, a su juicio, representa esta caravana.

"Voy a sacar a los militares para esta emergencia nacional. ¡Serán detenidos!", tuiteó el mandatario, quien días atrás amenazó con cancelar la ayuda al desarrollo en Centroamérica si continúan las caravanas migratorias y exigió a México detener su paso.

Vencer el cansancio

Los centroamericanos partieron desde Honduras el 13 de octubre y el cansancio ha obligado a muchos a subirse a camiones de transporte de animales o materiales de construcción, tráileres o incluso mototaxis que los adelantan en el camino de forma gratuita.

Pero la mayoría sigue haciendo a pie el trayecto que va paralelo a la costa del Pacífico; algunos cargando a sus hijos en los hombros, otros empujando a personas en sillas de ruedas y muchos llevando a cuestas recuerdos traumáticos.

Alejandra López, de 28 años y quien viaja con sus cuatro hijos de entre dos y diez años, trabajaba en una maquila de textiles en San Pedro Usula y en la mente lleva el asesinato de su esposo hace seis meses.

"Lo mataron las maras porque querían nuestra casa, pero cuando lo mataron de todos modos me la quitaron y nos tuvimos que ir a vivir con mi mamá todos amontonados", dice López, mientras se peina su largo cabello negro, aún mojado por bañarse en el río Pijijiapan.

"Violencia hay en todos lados, pero en Honduras además tenemos hambre muchos, muchos días del año", prosigue con la mirada clavada en las montañas que custodian esta comunidad.

Angel Josué Flores, ayudante de albañil de 20 años, expresa así sus temores: "Lo único que nos da miedo es que nos echen de vuelta a Honduras".

Otro integrante del masivo éxodo es Sergio Cáceres, de 40 años, quien avanza empujado en su silla ruedas por un amigo que conoció en la caravana.

"Decidí salirme de la casa porque ya tengo 20 años así, por un accidente bañándome, y necesito una operación. Yo quiero hacérmela en Estados Unidos. En mí país nadie me apoya", confiesa. Va en busca de dos hermanas que viven en Estados Unidos y que lo han mantenido.

México había informado que sólo ingresarían desde Guatemala quienes contaran con documentos legales, pero la mayoría entró cruzando clandestinamente el fronterizo río Suchiate.

Hasta el miércoles, se contabilizaban 1.743 solicitudes de refugio en México, particularmente menores de edad con sus madres y otras mujeres, según el gobierno mexicano.

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