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Pese a abusos en caravana hondureña, madre e hijo continúan con paso firme

“Esto no lo hacemos para dejar en mal al Presidente, pero la verdad hay demasiada necesidad y no hay oportunidades de un empleo digno”, confiesa Dignidad Miranda.

Haber sido agredida sexualmente por personas que ofrecieron llevarla en un corto tramo en Honduras, no ha sido impedimento para Dignidad Miranda Lemus, de 32 años, quien acompañada de su hijo de 15, espera completar los kilómetros necesarios para llegar a Estados Unidos.

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“Esto no la hacemos para dejar en mal al Presidente, pero la verdad hay demasiada necesidad y no hay oportunidades de un empleo digno”, confiesa Dignidad Miranda, quien asegura que la noche del lunes para amanecer martes no pudo dormir debido a que pernoctó en las afueras del colegio San Benito, en Esquipulas, Chiquimula.

Mientras doña Dignidad observa a su hijo quien escucha la conversación, lamenta que sus padres no le hayan dado a ella una mejor educación. “A mis hijos les quiero dar estudio y que puedan lograr sus sueños”, resalta y a la vez abraza a Albe Moisés, quien recién acaba de cumplir sus 15 años.

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El mes de julio último, Dignidad prestó 3 mil lempiras y decidió irse a Estados Unidos. Cruzó el territorio guatemalteco y el mexicano; sin embargo, al abordar “la Bestia”, asegura que no tuvo el valor. “Mejor me fui en bus, porque vi como muchas personas se caían y se lastimaban y así muchos han muerto”, dice la migrante.

Pese a sentirse más segura y respaldada por la caravana de migrantes, doña Dignidad fue asaltada por personas que ofrecieron llevarla en un trailer en Honduras. “Me quitaron el poco dinero que tenía y me manosearon toda”, explica mientras cierra los ojos y sacude la cabeza a modo de olvidar lo sucedido.

Dignidad únicamente viaja acompañada de su hijo mayor, debido a que su madre no dejó que se llevara al más pequeño, quien tiene 13 años. “Me dijo que era muy peligroso que anduviera con los dos patojos y tiene razón, le pedí favor que me cuidara a mi Ángel Gabriel”, dice mientras limpia sus lágrimas y recoge sus mochilas para continuar la caminata.

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