A los ocho meses de su mandato, Ricardo Rosselló, gobernador de Puerto Rico, enfrentó la emergencia del azote de un huracán de gran magnitud. Hoy reflexiona sobre los pasados 12 meses.
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Aprovechando la visita de altos funcionarios federales por el aniversario de María, ¿pedirá más agilidad?
“La verdad es que los primeros fondos que han venido son de FEMA, y ahí hemos tenido una dificultad histórica en términos de la burocracia. Sigo adjudicando que eso es, en gran parte, por nuestra condición colonial. Por ejemplo, tenemos solo seis proyectos permanentes que, en este momento, se han encaminado desde FEMA cuando deberíamos tener unos cientos de esos proyectos permanentes.
FEMA impuso un proceso burocrático muy largo, y por eso, muchos municipios están teniendo dificultad. También algo que ha detenido esto es el relevo del 100 % de los costos compartidos para trabajos de emergencia.
En Luisiana, con Katrina, se le dio durante la emergencia y la recuperación. En Puerto Rico, lo quitaron. FEMA denegó nuestra petición, y ahora yo he elevado al presidente el asunto.
Debo decir que FEMA detuvo el impacto a los hogares y por eso es que todavía hay tanto hogar que no tiene techo, que tiene toldos azules. Vemos con optimismo que, en los próximos días, se desembolsarán los $1,500 millones de CDBG. Eso va a impactar directamente al ciudadano para conseguir dinero para los techos, para arreglar casas dañadas, para conseguir títulos de propiedad y para arreglar comunidades completas”.
Hablando del presidente, sus últimas expresiones han sido calificadas como desafortunadas. Hay analistas que comparan este momento con el de su padre (Pedro Rosselló, exgobernador) cuando le dijo al Congreso: “Don’t push it”, y extrañando que, hasta el momento, usted no haya asumido una posición más fuerte con el presidente… ¿Qué tiene que pasar para que llegue ese don’t push it?
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“Vivimos en un ambiente muy diferente al del pasado. Es un ambiente bien cargado. Si uno escucha, hay un grupo que dice que la recuperación fue perfecta y hay otro grupo que dice que la recuperación fue un total desastre. Lo cierto es que hay cosas que han sido muy pobres, y hay cosas que han sido excelentes. Mi trabajo como gobernador es poder identificar esas cosas y para solucionar las que han sido pobres.
Yo no veo que el pataleteo o entrar en una dinámica de criticar por criticar sea productivo para mi gente. Mi objetivo es conseguir algo que sea de beneficio para el pueblo, y el diálogo para mí es el mejor mecanismo.
Cuando las cosas son negativas como las expresiones que ha hecho el presidente, que, número uno, está equivocado en términos de su aseveración del estimado de muertes; y número dos, le pedí una expresión que demostrara empatía y respeto en estos momentos.
Si lo que hacemos es entrar en una dinámica conflictiva por el hecho de sacar una primera plana o que un grupo lo aplauda sobre otro…, mi rol no es ese. Yo estoy aquí para resolver”.
El tema de las muertes podría destacarse como el más delicado sobre el impacto del huracán… Inicialmente, dijo que las muertes podrían superar las que se reportaban, pero que solo reportarían las corroboradas… Sin embargo, tan temprano como el 28 de septiembre, ya Metro publicaba en portada historias del CPI que apuntaban con datos y testimonios a que el número era muy superior a los datos oficiales… Luego se elevó la cifra el día que el presidente partió de Puerto Rico… ¿En qué momento ese tema se le salió de las manos? ¿Por qué no reconocer desde temprano la situación crítica del sistema de salud, que eran más muertos y tomar medidas que pudieron prevenir más muertes? ¿Hay algún error específico que reconozca como crítico en este asunto?
“Entramos a una situación sin precedente. Todo protocolo que se tenía asumía algún tipo de funcionalidad. En Puerto Rico, se perdió toda funcionalidad. Nos dejamos llevar por el protocolo del CDC, que era lo mejor que teníamos en ese momento. Al tiempo, nos dimos cuenta que el protocolo era insuficiente, y me di cuenta yo, cuando iba a los municipios y a distintos lugares, y se me notificaba de una serie de muertes que todavía no habían estado contabilizadas. En ese momento, yo determino parar la cuenta bajo ese mecanismo y buscar una validación y ayuda externa, científica y creíble para poder arribar a un número estimado de muertes.
Sí, mirando hacia atrás se encuentran errores que se pudieron mitigar. Me hubiese gustado haber podido ir sobre todo el proceso de preparación y asumir el peor caso posible, y tener el tiempo (llevaba 8 meses) para hacer todos los cambios para enfrentar un nivel de devastación de esta índole. Sí, me hubiese gustado poder identificar antes ese error que percibí en los municipios”.
El secretario de Seguridad Pública, Héctor Pesquera, es quien ha llevado la parte más fuertes de las críticas, pero, en realidad, las muertes se documentan en el Registro Demográfico, que es de Salud… ¿No cargó Pesquera responsabilidades del secretario de Salud, Rafael Rodríguez?
“Lo que pasa es que eso es en una estructura normal de respuesta. Cuando pasó María, que dejó una devastación sin precedente, ahí yo miré mi equipo de trabajo y un valor añadido que traía Pesquera, que no tenía más nadie. Es que había pasado un evento similar con Andrew en Florida. Como secretario de Seguridad, coordinador estatal en la emergencia y tener Ciencias Forenses bajo su mando, entendí que, en ese momento, era la persona para poder liderar este esfuerzo”.
¿Está satisfecho con la labor del secretario de Salud?
“Hubo muchísimos retos, pero hay un compromiso de identificar esos errores, mejorarlos de cara al futuro. Yo voy a estar evaluando si se mejora, si se hacen los cambios significativos, si hay esa disposición. Yo voy a seguir apoyando. Si no hay la disposición, en cualquier frente voy a hacer cambios”.
¿Cuál es la mayor lección que usted recoge de este año tan intenso?
“Hay varias… Número uno, nos tenemos que preparar para lo peor. Puerto Rico, ni Estados Unidos, estaba preparado para lo peor. Número dos, la resiliencia y la respuesta del pueblo de Puerto Rico. Número tres, la diferencia de ser un ciudadano de primera clase a un ciudadano de segunda clase. Y… un compromiso para mí es ser autocrítico. Evaluar los errores, entonces, construir a base de ellos para que, en el futuro, no ocurran”.