El pequeño James Myles tenía solo 9 años y toda una vida por delante, cuando el infierno del bullying lo orilló a tomar una fatal decisión.
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Apenas cuatro días después de haber iniciado clases en la escuela, James se quitó la vida. Semanas antes, se había confesado con su mamá: "Mamá, soy gay", le dijo.
"Se veía asustado. Yo le dije: 'te sigo amando'", comentó Leila Pierce, madre del joven James, explicando cómo fue el momento en el que su hijo se sinceró con ella.
Al escuchar las palabras de su familia, el pequeño tomó confianza y, orgulloso de su identidad, decidió abrirse con sus compañeros de estudio.
"Cuatro días en la escuela fue lo que tomó, apenas puedo imaginar lo que le dijeron", dijo Pierce, a medios de prensa local.
"Mi hijo le dijo a mi hija mayor que los chicos en la escuela le dijeron que se matara. Me duele tanto que no haya venido a mi".
Pierce explicó que su hijo, que asistía a la primaria Joe Shoemaker en Denver, Colorado, le dijo que quería decirle a sus amigos que era homosexual cuando comenzara el curso.
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"Fue a la escuela y dijo que le diría a la gente que era gay porque estaba orgulloso de sí mismo".
La escuela puso a disposición de estudiantes y profesores terapeutas para los que quieran hablar de lo sucedido, y que envió cartas a las familias sobre la tragedia.
Pierce indicó que espera que la muerte de su hijo cree conciencia sobre los efectos del bullying.
"Tiene que haber responsabilidad por el bullying (…) Los niños saben que está mal; un niño no quisiera que alguien se lo hiciera a él".
Pierce también opinó que "se debe responsabilizar a los padres", pues a su criterio son ellos quienes les enseñan a los menores a tratar a los demás de forma despectiva.
El caso de James generó indignación a nivel mundial, y en las redes sociales muchas personas se lamentaron por su partida.
"Si tan solo hubiera podido hablar contigo 5 minutos, te habría dicho que todo mejora", dijo Alex Orué, activista LGBTI.