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EN IMÁGENES. Los eslovenos están dejando de cazar osos y empiezan a convivir con ellos

Cuando cazaba, Miha Mlakar soñaba con matar osos, pero este treintañero esloveno vive ahora de su observación pacífica, una actividad que se ajusta a los esfuerzos de su país por promover la coexistencia entre el hombre y los plantígrados.

Eslovenia, situada al este del arco alpino, podría estar preocupada por la presencia de los osos en su territorio. En la última década, el número de ejemplares en sus bosque se ha duplicado hasta alcanzar un millar, y los encuentros inesperados entre la población y esos animales se han multiplicado.

Pero esa situación no parece alarmar a Ljubo Popovic, un jubilado de 67 años.

"Si se encuentra con un oso, más vale que retroceda (…) Pero no hay peligro. El oso también prefiere retirarse", explica tranquilamente este habitante de Banja Loka, en el sur, una de las zonas donde los osos se han instalado.

Cerca del pueblo de Markovec, Miha Mlakar desarrolló una pasión por los osos, que hace descubrir a los visitantes durante safaris de observación. Antes de perseguirlos con su cámara de fotos era cazador.

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"No puedo imaginar este bosque sin osos. Hacen que el entorno sea más salvaje, virgen, natural, como hace unos centenares o miles de años", dice el hombre de 33 años.

Tras haber estado al borde la extinción a principios del siglo XX, las poblaciones de osos vuelven a crecer en Eslovenia como consecuencia de los esfuerzos de conservación emprendidos por las autoridades desde los años 1930.

El oso esloveno se ha convertido incluso en un producto de exportación: ocho machos y hembras originarias de ese país fueron trasladados hasta la parte francesa de los Pirineos entre 1996 y 2006. Hoy su población es de 40 osos, cuya presencia divide a la opinión en esa región.

Convivencia controlada

En Eslovenia, cerca del 60% de los habitantes son favorables a la presencia de osos en la naturaleza, según un sondeo realizado en 2016, aunque desean que se regule su número.

En los últimos años no hubo ningún "incidente serio" con humanos, y los daños infligidos al ganado permanecieron estables, a pesar del aumento de la población.

"Somos muy activos respecto a las medidas de prevención" para evitar los conflictos entre el hombre y el oso, explica Rok Cerne, encargado de la fauna salvaje en la oficina eslovena de bosques.

Una de las medidas principales consistió en eliminar la tentación de que los animales fueran a rebuscar entre la basura en los pueblos, una reserva de comida apreciada por los plantígrados. En los municipios afectados, los contenedores se han sustituido por modelos sólidos encerrados en estructuras metálicas.

Las barreras eléctricas instaladas por los ganaderos para proteger sus rebaños están subvencionadas en un 80% y las pérdidas de animales se compensan sistemáticamente.

Por último, el método esloveno incluye los llamados sacrificios "de regulación".

"El número de osos aumenta, eso demuestra que nuestras medidas de sacrificio no son excesivas", dice Cerne.

Las autoridades eslovenas propusieron este año la matanza de 200 osos, el doble del año pasado.

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