"Ya no puedo ni comprar pan", se quejó Giovanni al justificar el inicio este lunes de una huelga de los trabajadores venezolanos del sector eléctrico en reclamo de mejoras salariales e inversiones para revitalizar el servicio, afectado por continuos apagones.
PUBLICIDAD
"Estamos en paro indefinido (…). Queremos una reivindicación salarial", dijo a la AFP Giovanni González, técnico de la estatal Corpoelec, frente a las puertas de una planta paralizada de la empresa en La Yaguara, oeste de Caracas.
Señalando una vieja maquinaria en el lugar, González se queja por el deterioro de equipos e instalaciones, que -dice- están "por el piso".
Los salarios en Venezuela han sido destruidos por una hiperinflación que llegará a 13,800% este año según el FMI, aunque el Parlamento de mayoría opositora la proyecta en 200,000%.
Y empleados como González, con 26 años en la compañía, ganan el sueldo mínimo (3 millones de bolívares al mes, más un bono de alimentación de 2,1 millones), que equivale a 1.5 dólares a la tasa del mercado negro, de facto el marcador para muchos productos de la canasta básica.
Su ingreso mensual no da para comprar ni siquiera un kilo de carne.
"Iniciamos el paro con la asistencia de los trabajadores a sus puestos, pero sin laborar", dijo Reinaldo Díaz, dirigente de la Federación de Trabajadores del Sector Eléctrico (Fetraelec), a la prensa.
PUBLICIDAD
El gobierno, que tiene influencia sobre algunos sindicatos, no reaccionó aún al anuncio de huelga.
Grupos de obreros realizaron pequeñas protestas frente a sedes de la estatal. "Corpoelec paga salarios de hambre", rezaba una pancarta en la capital.
Sin luz
Los venezolanos sufren habituales cortes de luz, especialmente en los estados Zulia, Mérida, Táchira y Trujillo (oeste). Los apagones llegan a prolongarse por más de diez horas diarias en algunos casos.
Las fallas paralizan el comercio, dependiente de las transacciones electrónicas por la escasez de efectivo.
Según Díaz, las principales plantas eléctricas operan a solo 25% de su capacidad. "Hay falta de mantenimiento, mucha obsolescencia de equipos (…), desinversión y eso lógicamente ha afectado la confiabilidad del servicio", sostuvo el sindicalista.
José Montilla, transportista, fue a una de las sedes de Corpoelec a pagar un recibo. No pudo hacerlo, pero apoya la huelga.
No teme que el servicio pueda empeorar por la protesta. "Ya está afectado. Pasan cuatro horas, seis horas, sin luz. Se dañan equipos" como neveras, lavadoras o televisores, comentó Montilla.
"No somos saboteadores"
El gobierno del presidente Nicolás Maduro atribuye las fallas a "sabotajes" de la oposición para generar malestar.
"(Luis) Motta Domínguez (ministro de Energía Eléctrica) todo lo llama sabotaje. Ocurren hurtos de cables que no voy a justificar, pero son hurtos movidos por la situación del país", apuntó el líder sindical.
"Somos trabajadores, no somos saboteadores", afirma a su vez González, descartando motivos políticos.
Las protestas por conflictos laborales han escalado en 2018, con una crisis socioeconómica que mezcla una dramática caída de la producción petrolera, escasez de todo tipo de bienes básicos y aumento de la pobreza.
Trabajadores de la salud pública están en huelga desde el pasado 25 de junio para pedir aumentos salariales y mejoras en la red hospitalaria, con un desabastecimiento de insumos médicos de 90% según el gremio. Profesores universitarios, a su vez, debaten ir a paro.
Según la ONG Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, unas 5.300 manifestaciones se realizaron en Venezuela durante el primer semestre del año, la mayoría en exigencia de derechos económicos y sociales.