La pornografía o los contenidos explícitos permiten a las personas, hombres y mujeres, explorar sus más íntimos deseos eróticos. No obstante, está comprobado que su consumo en altas dosis puede alterar la estructura y el funcionamiento del cerebro, provocando que se desarrolle una adicción o que se presenten comportamientos adictivos.
PUBLICIDAD
El mantener relaciones sexuales, así como visionarlas, conduce a la liberación en el cerebro de una sustancia llamada dopamina, un neurotransmisor cerebral relacionado con las funciones motrices, las emociones y los sentimientos de placer.
Una descarga excesiva de esta hormona puede producir, sin embargo, desórdenes cardiovasculares, renales, estomacales o endocrinos, entre otros; y la adicción se da debido a que el organismo necesita producirla con regularidad.
En ese sentido, expertos señalan que la diferencia entre tener sexo y ver pornografía radica en que esta última actividad produce una especie de “inundación” de dopamina en el cerebro. Por ello, la repetición de esta conducta puede derivar en un círculo vicioso que lleva al individuo a perder la capacidad de gobernar su propio cuerpo.
Curiosidades sobre las fantasías sexuales
- Los hombres piensan el doble de veces en sexo que las mujeres
- La mayoría de las personas tiene el mismo tipo de fantasía sexual
- Las fantasías sexuales femeninas tienen más implicación emocional
- Los hombres tienen más fantasías sexuales que las mujeres
- El romance es un argumento común en las fantasías sexuales
- La situación sentimental influye en las fantasías sexuales
- Las mujeres tienen más fantasías cuando ovulan
- La pornografía altera nuestro organismo
Una investigación demostró que cuanta más cantidad de pornografía ve, menos actividad se desarrolla en los centros de recompensa, según concluyó un estudio publicado en Archives of General Psychiatry. Esto, a su vez, provoca que el cerebro necesite de más dopamina para sentir el mismo efecto.
“Los cerebros responden al cambio químico. Cuando se libera la dopamina y hay una sensación de placer, el cerebro primitivo envía el mensaje de repetir el comportamiento de la sensación deseada”, explica Joe Schrank, especialista en adicciones.
Esta necesidad de estimulación permite comparar el cerebro de un consumidor de contenido sexual explícito con el de una persona con dependencia al alcohol o una persona drogodependiente.
PUBLICIDAD
*Con información de Publimetro Ecuador