La potente erupción del volcán de Fuego en Guatemala, que sepultó una comunidad dejando más de un centenar de muertos y casi el doble de desaparecidos, volvió a evidenciar que Centroamérica está a merced de sus explosivos colosos.
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El istmo centroamericano es tierra de volcanes activos y la tragedia del Fuego volvió a encender las alarmas respecto de la amenaza que se cierne sobre las poblaciones cercanas a las peligrosas montañas.
La cadena volcánica centroamericana, que forma parte del Anillo de Fuego del Pacífico, es peligrosa porque está compuesta por explosivos "estratovolcanes", dijo a la AFP Eduardo Gutiérrez, vulcanólogo del Observatorio Ambiental del Ministerio de Medio Ambiente de El Salvador.
"Esto quiere decir que el sistema interno de estos volcanes tiene una cámara magmática en la cual almacena con el tiempo un magma, y cuando está llena sale. En ese sentido, tenemos volcanes con alta explosividad", señaló el experto.
Gutiérrez indicó que el peligro de las erupciones aumenta por la cercanía de varios poblados a los volcanes, una combinación que dispara las posibilidades de más catástrofes.
"El evento de Guatemala no debe dejar de recordarnos que en toda la región puede existir ese problema" de una tragedia, agregó.
En Guatemala, además del de Fuego, los volcanes Pacaya y Santiaguito han provocado alarma históricamente. En El Salvador lo han hecho el Santa Ana y Chaparrastique.
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En Nicaragua hace tres años se reactivó el volcán Momotombo después de un siglo dormido, mientras que en Costa Rica el Poás, Turrialba y Rincón de la Vieja han presentado reciente actividad.
Centroamericanos y hawaianos
La fuerte erupción del volcán de Fuego, de 3 mil 763 metros de altura y situado 35 kilómetros al suroeste de la capital guatemalteca, originó una avalancha de flujos piroclásticos, una mezcla de rocas, gases y ceniza, que arrasó el pasado 3 de junio la comunidad de San Miguel Los Lotes, Escuintla.
Las autoridades cuentan hasta el momento 113 muertos, 329 desaparecidos y más de 3 mil 587 evacuados de la localidad arrasada, y otras aldeas vecinas en riesgo por más avalanchas y la lluvia de ceniza, que el día de la erupción llegó a ciudades a decenas de kilómetros.
Varias calles quedaron cubiertas por ceniza y el aeropuerto internacional de Ciudad de Guatemala fue cerrado temporalmente.
Pero esa explosividad de la erupción del volcán de Fuego en Centroamérica contrasta con la actividad de los volcanes en Hawái que forman pausados ríos de lava.
Para Gino González, vulcanólogo costarricense de la ONG Volcanes Sin Fronteras, la diferencia entre ambos casos pasa por la acumulación de gases.
Usando como ejemplo el volcán de Fuego, precisó que "lo más importante es el gas, que conforme se expande quiere explotar y lanza flujos a altas velocidades de hasta 700 u 800 kilómetros por hora".
Para González, el volcán de Fuego aumentó su poder destructivo por su gran altura y las laderas empinadas por donde bajó el material a gran velocidad.
Por el contrario, lo que ocurre en el volcán Kilauea, en Hawái, es que emana "una masa ligeramente viscosa que se mueve a velocidades muy lentas".
Gutiérrez destacó que los dos tipos de volcanes "son peligrosos por sí", pero detalló que en las erupciones centroamericanas "la liberación rápida de energía puede causar más daños".
Peligro permanente
Luego de la tragedia en Guatemala, las autoridades de protección civil delimitaron casi 200 comunidades que se encuentran en zonas de alto riesgo por el volcán de Fuego.
Nuevos deslaves de flujos piroclásticos y lahares, como se conocen las avalanchas de sedimentos volcánicos y agua, obligaron a emitir un acuerdo para que los alcaldes de los municipios de Escuintla y San Juan Alotenango, colindantes al volcán, verifiquen si es necesario evacuar de forma permanente los poblados en riesgo.
Sergio Cabañas, director ejecutivo de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred), señaló que serán los jefes ediles y las comunidades las que decidan si son movilizadas a sitios seguros o se aplican medidas de prevención para evitar otro desastre.
El riesgo para las comunidades por la constante actividad del volcán será "una situación permanente", apuntó Eddy Sánchez, titular del Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (Insivumeh).
* Con información de la agencia de noticias AFP.