Cuando realizamos la lista del supermercado es habitual que incluyamos productos como jamones, atún, tomate o chiles pimientos, esto nos puede parecer algo habitual, pero si viviéramos en un país como Venezuela, es un lujo que no todos se pueden dar.
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La hiperinflación, la falta de divisas para que las empresas productoras compren sus materias primas y una economía altamente volátil, son solo algunas de las razones por las que nos encontramos con precios cada vez más descabellados. Por ejemplo, es mucho más barato comprar un litro de gasolina, que la mayoría de productos alimenticios que se llegan a vender en el mercado.
Bono de alimentación
Actualmente el salario mínimo incluye un bono de alimentación que asciende en total a 5 millones 200 mil bolívares, una cifra a altísima, hasta que se analiza que eso es equivalente a poco más de 380 quetzales.
Esto prácticamente no alcanza para comprar alimentos, pero si gasolina en grandes cantidades. Por un litro de este hidrocarburo se cancelan 6 bolívares, que es casi un pago simbólico y que en muchas ocasiones se toma como la propina para los trabajadores de las empresas expendedoras.
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El precio de la comida se al tope
Pero no todo es barato y alcanzable para los bolsillos de los venezolanos, ya que una libra de carne de res supera los 2 millones 500 mil bolívares y para una libra de tomates se debe pagar más de un millón.
Si se antoja llevar a la mesa un poco de jamón, el pueblo venezolano deberá trabajar muchas horas extra.
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Una libra, ya sea de pollo o de pavo, puede superar la estratosférica cifra de 9 millones de bolívares por 1 libra.
*Con información de El País