En el tercer día de búsqueda de cuerpos después de la tragedia del domingo en San Miguel Los Lotes, aldea El Rodeo, en Escuintla, siguen los gestos solidarios para albergados y rescatistas.
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Comer un plato de hilachas es un deleite al paladar de muchos guatemaltecos. Algunos lo hacen con la familia y hasta escuchando música de marimba. Este miércoles algunos lo han sentido como un manjar y hasta un lujo, ya que lo consumieron sentados cerca de una zona de desastre o en un albergue lejos de su casa.
La comida fue elaborada por un grupo de aproximadamente 25 vecinos de San Juan Comapala, Chimaltenango, que se conocen de un grupo de la iglesia católica.
Ese municipio está lejano de la zona de desastre, pero como guatemaltecos se han sentido cercanos, tanto como para acongojarse por el dolor de los damnificados por la erupción del volcán de Fuego.
“Nosotros tenemos mucha voluntad porque recuerdo que pasamos algo así cuando fue el terremoto”, dice Matea, una anciana que junto con Irene visten el traje típico de su municipio. Ambas coordinan la ayuda movilizada en un camión.
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La unión hace provisiones
Una cosa es el deseo de ayudar y otro diferente materializarlo. Carlos Mux, de 31 años, es uno de los hombres entusiastas.
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Cuenta se organizaron para pedir una cuota de dinero que les permitiera reunir la cantidad para alimentar entre mil y mil 500 personas.
Él calcula que fueron Q8 mil los colectados. La decisión fue hacer hilachas y tamalitos de chipilín. Con el menú decidido ahora había que ponerse manos a la obra.
Hombres y mujeres colaboraron para cocinar. Lo hicieron toda la tarde y noche. Cuando terminaron, a las 3 de la mañana, no durmieron sino que subieron todo a un camión que alquilaron para la travesía.
Dado que el camino entre Antigua y Escuintla está interrumpido tuvieron que pasar por Bárcenas, en Villa Nueva. Dejaron provisiones en el albergue en Escuintla y luego llegaron cerca de la cinta roja en la zona del desastre.
“Aquí hay tamalitos, agarren por favor”, ofrecen a soldados, bomberos, quienes con una sonrisa y un “gracias” devuelve el gesto solidario en medio del ambiente gris de desamparo que dejó la arena y ceniza del volcán.