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Logró salvar a su familia luego de escuchar las noticias desde el extranjero

¡Una buena noticia en medio del caos! Amílcar Acajabón estaba trabajando en Honduras el pasado fin de semana, pero alertó a sus hijas y familia para que evacuaran su casa.

Las familias que fueron evacuadas apenas tuvieron tiempo el domingo de cargar con alguna pertenencia de valor. La mayoría viste este miércoles la misma ropa desde el día que huyó de la erupción del volcán de Fuego.

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Amílcar Acajabón agarra una caja de cartón y recoge la basura de comida y bebida que han dejado algunas personas, ya que su patio techado ha servido de refugio para rescatistas.

Mientras limpia el patio, cerca de la pila un perro le ladra a los extraños. Amílcar rogó que le dieran permiso para revisar que todo estuviera bien en su casa. Los oficiales de la Conred le autorizaron ingresar y él aprovechó la oportunidad para darle un vistazo al inmueble.

“Ese día no estaba aquí, estaba trabajando en Honduras, pero fue angustiante porque en el teléfono miraba los videos de la destrucción en el puente Las Lajas, que está como a tres kilómetros”, recuerda mientras le da permiso a un bombero para agarrar agua de la pila.

Así manejó la crisis

Amílcar relata que le llamó a sus hijas para pedirles que subieran al carro y que escaparan. Al principio ellas no estaban seguras de hacerlo, pero en la medida de que el cielo se oscurecía por la ceniza del volcán, corrieron por sus vidas.

La casa la dejaron bajo llave. El lunes que pudo regresar al país se reunió con su familia en un albergue. La buena noticia es que ellas estaban bien, la nefasta fue que los familiares de su esposa quedaron soterrados bajo los miles de metros cúbicos de flujo piroclástico del volcán de Fuego.

“Ahí están soterrados. Ellos vivían en las primeras casas de San Miguel Los Lotes”, dice con cierta resignación.

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En cuanto a sus cosas de valor, está agradecido con que todo está como lo dejaron. “Lo único que hemos podido llevar son algunas prendas, pero los aparatos eléctricos y todo está bien, nadie ha robado nada aquí”, comenta con tranquilidad.

El material destructor del volcán quedó a 60 metros de la casa de Amílcar. Su inmueble y su familia cercana está a salvo, pero aún era lejos de regresar a la normalidad o a su rutina, ya que tiene que dormir y comer en un albergue hasta que le autoricen regresar al lugar que llama hogar.

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