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Amatitlán celebra su día principal de feria con procesión acuática

El Día de la cruz es cuando los amatitlanecos expresan su fe y devoción al Niño Dios de Amatitlán, imagen que recibe la visita romeristas de diferentes partes del país. También es llevado en hombros hacia la playa del lago “El Zarquito”, para la tradicional procesión acuática.

El 3 de mayo es una fecha que marca la historia de quienes viven en Amatitlán. Lo primero que rompe la rutina en el pueblo es el ingreso habitual de los vehículos en la 2a. avenida, ya que es cerrada por los vecinos para elaborar alfombras.

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Las expresiones multicolor que llevan aserrín, cartón, papel, plástico, frutas y mucho ingenio cubren por completo el trayecto desde el parque central hasta la Calle Real del lago, donde está instalada la feria.

Mientras algunos madrugan para barrer, hacer los trazos y pintar el suelo, otros se han encaminado a paso apresurado hacia el templo de la parroquia San Juan Bautista para ocupar un buen lugar para la misa que será celebrada para pedir por los habitantes del municipio.

Como en antaño

Óscar Fajardo Gil, cronista de la ciudad de Amatitlán, asegura que la imagen del Niño Dios de Amatitlán tiene más de 300 años. Antes estaba en el lugar llamado Pampichí, que en náhuatl significa “lugar rodeado de flores”.

Las personas que hacían romería para visitar a la imagen no dejaron de hacerlo ni cuando fue trasladada al convento que estaba a cargo de los dominicos. Con el transcurso del tiempo se mantuvo ese fervor en decenas de católicos de algunos municipios de Escuintla, Chimaltenango y otros del departamento de Guatemala, que viajan hacia Amatitlán para continuar con la tradición de sus abuelos.

La fiesta de este jueves comenzó con la misa a las 8 horas en la que los fieles elevaron plegarias con veladoras en mano. El atrio y la plazoleta frente al templo fueron adornados. También fue elaborada una alfombra para la salida de la procesión.

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Tubos de metal son colocados en fila y en su interior se deja caer una bomba artesanal. Con una maniobra ágil, extiende la mecha del producto de pirotecnia, la enciende con un tizón y se retira rápidamente ya que la pólvora apenas le dará tiempo de buscar la siguiente bomba.

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El estallido en lo más alto es el recordatorio sonoro a los vecinos de Amatitlán de que hoy es un día de fiesta, su fiesta. Esa operación de quema de bombas voladoras es repetida a lo largo del recorrido de aproximadamente 1.5 kilómetros.

Algunas personas ofrendan flores, otros alfombras, pero hay quienes que le regalan pirotecnia a “El Zarquito”. Aunque la devoción está puesta para el Niño Dios de Amatitlán, esta segunda imagen es la que se saca en procesión desde mediados de los años sesenta, refiere el cronista Fajardo Gil.

Son cajas completas con ametralladoras las que entregan a los encargados de quemar la pólvora. Hay algunas que al ser extendidas superan los 50 metros. Después de que la mecha es expuesta al fuego, todo es historia. Comienza un estallido tras otro con un ruido estridente y una nube de humo que impacta la nariz y la garganta.

Un espectáculo diferente se espera en el retorno de la procesión, ya que se quema un torito y otros fuegos artificiales.

Lo más esperado

Gustavo Montenegro es el cura párroco en Amatitlán. Él encabeza el cortejo procesional. En medio de empujones llevan el anda hasta la playa pública donde es esperada por una embarcación adornada.

Decenas de personas están en lanchas de remos y de motor para ver ese momento, otros cientos lo hacen en la orilla del lago. El momento que la mayoría puede ver es cuando es “El Zarquito” es elevado y colocado en el nuevo transporte que lo llevará a una formación de piedra a la cual le llaman “la silla del niño”.

Así es como se inicia la procesión acuática, que según registros, tuvo su primera edición en 1947. La embarcación en la que llevan a “El Zarquito” es rodeada por otras en un viaje lento por la orilla, que luego atraviesa el lago hasta su destino final. La imagen será dejada por algunas horas y a eso de las 5 de la tarde irán por ella para su retorno a la playa.

En paralelo a las actividades religiosas, otros disfrutan el 3 de mayo junto con sus familias en la feria entre los juegos mecánicos, platillos típicos y actividades culturales.

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