La voluntaria guatemalteca que recién regresó al país, le contó a Publinews que la falta de alimentos hace que muchas madres prefieran dejar morir de hambre a sus hijos más pequeños para comer ellas y alimentar a los grandes, a quienes pueden poner a trabajar.
PUBLICIDAD
Del otro lado de la línea se escucha feliz, satisfecha con la misión que cumplió, a pesar de que eso significó poner en peligro su vida al internarse en la selva de un país desconocido, muy lejos de su hogar.
Ahora, Marina Reyes, quien colaboró como traductora en la misión, cuenta los días para volver a ver a su familia. Regresó a Guatemala el miércoles, pero permanecerá aislada en el Centro Médico Militar durante al menos 25 días, por precaución.
¿Fue difícil conocer la realidad de ese país?
Sí. En el Congo hay varios grupos beligerantes que afectan a la población. Toman a niños y jóvenes y los manipulan para que utilicen armas. Atemorizan a la población, violan a mujeres y a niñas. Estos grupos pelean por territorio, pues ese es un país rico en minerales. Nuestra misión principal era hacer que estos grupos desistieran de atacar a su misma gente y entregaran armas.
¿Cómo es el trabajo de los contingentes?
Hay un director que se encarga de detectar las área en donde operan estos grupos, luego de investigar, él decide qué contingente necesita. Además de Guatemala, a la que tienen muy en alto, especialmente por los kaibiles, tenían presencia Uruguay, Bangladesh, Pakistán e India. El contingente seleccionado debe ir al punto y presionar a estos grupos, no se trata de atacarlos, sino de rodearlos y hacer que desistan.
PUBLICIDAD
¿Hubo ataques?
En algunas operaciones hubo ataques con granadas y disparos, gracias a Dios no hubo heridos ni muertos, yo no estuve en tanto riesgo, pero otros contingentes sí.
¿Cuáles son las mayores carencias en ese país?
La falta de empleo. Si no hablan tres idiomas no son aptos para tener un empleo, mínimo deben hablar francés, inglés y español.
Las madres no se preocupan por sus hijos, dicen que primero deben comer ellas y si alcanza la comida, se la dan a su hijo mayor porque lo pueden poner a trabajar, mientras que el más pequeño no les importa porque dicen que pueden tener otro y que solo les genera gastos. Allá el sentido de maternidad no existe.
No hay ningún tipo de educación sexual o familiar. La mujer trabaja y provee todo mientras el hombre se queda en casa sin hacer nada.
¿Tienen algún servicio básico?
No. Por la falta de agua y de alimentos, mueren muchos niños. No hay energía eléctrica, las pocas casas y covachas que tienen, es por medio de paneles solares. Lo más que comen es yuca, y eso, si tienen dinero. El precio de esta verdura allá equivale a 30 centavos de quetzal.
No hay agua. Cuando llueve la gente aprovecha para bañarse, algunos utilizan los charcos que se forman en las calles para beber agua y lavar ropa.
¿Cuál fue el mayor aporte que dejó Guatemala?
Hubo alrededor de 50 proyectos presentados para la reconstrucción de una escuela, y el de Guatemala fue el seleccionado. Tuvimos la oportunidad implementar más aulas, reconstruir los sanitarios y comprar más pupitres.
¿Qué lección de vida le deja esta experiencia?
Haber formado parte de esta misión fue una gran lección de vida, que me enseñó a valorar más lo que tenemos en Guatemala, aún con todos los problemas y carencias que existen en nuestro país, allá todo es mucho peros. Me ayudó a luchar para servirle de inspiración a otros.
- Marina Reyes, de 24 años, integró el XVII Contingente de Fuerzas Especiales desplegado en la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en la República Democrática del Congo (MONUSCO).
- Para ser voluntaria, Marina fue sometida a diferentes pruebas, entre ellas psicológicas y de entrenamiento militar, que incluyó descenso de riscos y manipulación de armas como fusiles y pistolas.
- Viajó con un contingente de 149 personas, de ellas, 8 eran mujeres y 8 de nacionalidad hondureña.
- El miércoles, Guatemala envió a su contingente número 18, para seguir contribuyendo a conseguir la paz en ese país.
0 of 28