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Melchor de Mencos: Confían haber dado un paso hacia la paz con su voto

Hablar de la zona de adyacencia con Belice es hablar de Melchor de Mencos, en Petén, uno de los municipios en los que existe paso legal e ilegal entre ambos países.

Quizá evocando la época del fuego de fusilería y de cañones para expulsar a piratas ingleses, una aldea de Melchor de Mencos, Petén, se llama La Pólvora. Está a 20 kilómetros de la cabecera municipal. En la escuela de la aldea, usada como centro de votación, donde se esperaba a más de 800 personas en tres mesas, votó Enrique Aguilar, quien trabaja desde hace tres años en Belice como encargado de un rancho.

Enrique llegó junto con Delia Ramírez, su esposa, Francisca, su suegra, y Mercedes, su pequeña hija de seis años.

Su rostro serio da la apariencia de no brindar fácilmente confianza, pero al interactuar con desconocidos su trato es educado, aunque cauteloso en sus respuestas.

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Asegura que votó por el “sí” con la esperanza de mejorar la situación entre Guatemala y Belice.

“Vale la pena el voto para resolver de buena manera las diferencias entre Guatemala y Belice”. Enrique Aguilar, guatemalteco que trabaja como encargado de un rancho en Belice

Un futuro mejor

Mientras hay comunitarios que viven en la zona de adyacencia que no tienen un grato recuerdo de los beliceños, Enrique cuenta que allá le dieron la oportunidad de superarse que nunca tuvo en su país.

“Allá es mejor, respetan el salario mínimo y si uno trabaja más horas, se las pagan completas”, explica al comparar las condiciones que padeció en una finca en Guatemala.

La paga es buena, ya que en el tipo de cambio el dólar beliceño supera al quetzal y eso ha hecho que su esposa, Delia, comprenda que los 15 días y hasta un mes que no ve a su marido valgan la pena por el bien de la familia.

Las diferencias

“Hay que aceptarlo, también hay guatemaltecos que nos ponen por el suelo por sus malos actos, pero aún así a uno le tienen más confianza que a los morenos nacidos allá”, comenta.

A Enrique le gusta estar bien informado y es consciente que dar su voto en la consulta popular es apenas un paso porque la solución llevará varios años. Se muestra esperanzando en que ya no ocurran más incidentes como el de 2016 y confía en que los países puedan llevarse como “buenos vecinos”.

Enrique se despide, deja atrás la escuela que tiene un patio polvoriento y se pierde en un callejón de cercos de alambre espigado.

“Podría haber una reacción negativa de los beliceños, talvez alguna represalia”. Manuel Choc, poblador de Melchor de Mencos; su casa está a menos de cien metros del territorio beliceño

Sin límites definidos

“Uno no sabe dónde comienza y termina cada país, así era desde que nací”, cuenta Yamileth García. Ella es madre de gemelos que tienen un año, una nueva generación que ha nacido en medio de un conflicto no solucionado en Guatemala.

Ella vive en una parte de la zona de adyacencia en Melchor de Mencos, municipio en el que estaban empadronadas 15 mil 443 personas que fueron distribuidas en ocho centros de votación.

Aunque su familia nunca fue víctima de una agresión directa de los soldados beliceños, confiesa que luego de conocer los incidentes en otras comunidades no puede ver con confianza a los castrenses del país vecino.

Incertidumbre y miedo

“La verdad da un poco de temor porque uno no sabe en qué momento pueden accionar contra uno”, dice al hablar de los soldados de Belice, aunque acepta que su familia nunca ha sido víctima de ellos.

Yamileth se  seca el sudor. Aunque fue un domingo nublado y con lluvia en algunas partes entre Flores y Melchos de Mencos, la temperatura alta no dio tregua. El ambiente húmedo recordaba que la consulta popular se desarrollaba a menos de pocos kilómetros de la selva que aún protege los vestigios de la civilización maya.

Poco animados

Imelda Escalante es la presidenta de la junta electoral municipal de Melchor de Mencos ante el Tribunal Supremo Electoral.

Mientras da la entrevista acuden a ella para preguntarle qué hacer hasta en asuntos sencillos como cambiar la bombilla de uno de los salones de clase de la escuela del barrio El Centro, que funcionó ayer como centro de votación.

Una pareja de ancianos llega al centro de votación en un salón contiguo a la iglesia católica, donde el santo de mayor veneración es San Martín de Porres.

Incertidumbre y miedo

Manuel Choc tiene 69 años. Cuando llegó al lugar aún no se llamaba Melchor de Mencos.

Durante su niñez y adolescencia los guatemaltecos y los beliceños sostenían una relación de armonía al punto de que algunos chapines fueron bautizados en iglesias católicas beliceñas cercanas a la frontera.

Ahora, las cosas son diferentes porque esta es la época en la que se ha visto muy de cerca a los soldados de Belice. Él vive a menos de cien metros de la zona de adyacencia.

“Bueno, muchá, qué hacen aquí”, recuerda que le gritó una vez a una tropa beliceña.

Manuel muestra su índice manchado y confía en que su voto sirva para avanzar en la salida pacífica al conflicto.

El número

  1. Centros de votación hubo en Melchor de Mencos, cuatro en el casco urbano y los demás en las aldeas La Pólvora, Tikalito, La Blanca y El Cruzadero.
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