La trágica historia se remonta al año 2010, cuando Sam Ballard aceptó el reto de sus amigos de tragarse el molusco en medio de la algarabía en su 19 cumpleaños, que celebraban en Sídney.
Sin embargo, el inocente juego, devastó la vida de Sam y la cambió para siempre, asegura su madre, Katie Ballard.
Después de que el joven ingresara en el Hospital Royal North Shore fue diagnosticado con una infección en el cerebro a causa de un parásito conocido como Angiostrongylus Cantonensis, alojado en la babosa, debido a que está clase de moluscos se alimenta de heces de rata.
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La madre de Ballard lucha por conseguir recursos monetarios para proseguir con el tratamiento de su hijo, que contrajo una grave infección cerebral después de tragarse una babosa.
Este parásito causa una enfermedad llamada meningoencefalitis eosinofílica, cuyos síntomas principales son dolor de cabeza intenso, náuseas, vómitos, convulsiones y otros trastornos neurológicos.
Aunque, por regla general, la enfermedad tiene cura, el joven australiano quedó tetrapléjico tras permanecer 420 días en coma.
En 2013 amigos, familiares y personalidades públicas de Australia organizaron una campaña para reunir el dinero necesario para el tratamiento médico del joven, que la familia costea actualmente con dificultad.
Luego de que el Plan Nacional de Seguro de Discapacidad de Australia (NDIS, por sus siglas en inglés) aceptara el caso facilitando a la familia 492 mil dólares en 2016, el pasado mes septiembre recortaron este monto a 135 mil dólares. Según la NDIS están "trabajando estrechamente" con la familia para encontrar una solución.