Durante la mañana del martes, la reina Margarita, sus dos hijos (Frederik y Joachim) y sus respectivas familias rindieron un último homenaje al fallecido príncipe Enrique en la capilla del palacio real de Christiansborg.
PUBLICIDAD
Respetando sus deseos, los funerales se realizaron en la más estricta intimidad: solamente el personal de la corte y representantes oficiales acompañaron a los familiares del príncipe.
En un gesto de acercamiento entre Dinamarca y Francia, el confesor de la familia real que ofició en la ceremonia arrojó sobre el ataúd tierra de la finca vinícola de Cayx (o Caix), en el sur de Francia, donde el príncipe pasó largas temporadas, y también tierra del Palacio Marselisborg en Aarhus, una de las residencias reales danesas.
Cientos de daneses también se acercaron frente al Palacio Real de Christiansborg para rendir un último tributo al príncipe.
Desde el 1 de enero de 2016, Enrique estaba oficialmente jubilado, liberado de las obligaciones que cumplía, con mayor o menor entusiasmo, según su humor, marcado por el hastío de nunca haber obtenido el título de rey.
Tras una vida polémica, el año pasado hizo saber públicamente que no quería ser enterrado junto a su esposa en la necrópolis real de la catedral de Roskilde, como es tradición con las parejas reales.
Al no haber obtenido el título y el papel que siempre anheló, argumentaba que no había sido tratado como su igual en vida y que, por lo tanto, no deseaba serlo en la muerte.
PUBLICIDAD
Sus restos serán incinerados, conforme a su voluntad, y la mitad de sus cenizas serán esparcidas en el mar; la otra mitad se guardará en una urna en el castillo de Fredensborg, a unos 40 kilómetros al norte de Copenhague.
Mira más fotos en la galería:
0 of 20