La gran reforma fiscal de Estados Unidos prometida por el presidente Donald Trump está cerca de su adopción final en el Congreso, pese a una objeción de último minuto que retrasará la votación final para el miércoles.
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La Cámara de Representantes, de mayoría republicana, aprobó la reforma en la tarde del martes y el Senado debía votarla esta noche. Pero tres artículos menores violan algunas normas presupuestarias y la minoría demócrata enmendará el texto, que tendrá que regresar a la Cámara el miércoles para su aprobación final.
El resultado debería seguir siendo el mismo: la inminente adopción de la primera gran reforma del mandato de Trump.
"Felicitaciones", tuiteó el presidente poco después de que se votara en la Cámara de Representantes, y nombró a los líderes republicanos "¡que votaron para reducir sus impuestos!"
La minoría demócrata se opone unánimemente, pero la mayoría republicana finalmente ha conseguido los votos después de semanas de negociaciones. Incluso se respetó el calendario inicial de aprobarla antes de fin de año.
"Es el ejemplo perfecto de una promesa hecha y de una promesa cumplida", dijo Paul Ryan, presidente de la Cámara de Representantes.
En el Senado, a pesar de la ausencia de John McCain, que recibe tratamiento por su cáncer cerebral, los republicanos deberían reunir los 51 votos necesarios de un total de 100 miembros.
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Trump se toma venganza así de su fracaso en derogar la reforma sanitaria de su antecesor Barack Obama, conocida como Obamacare, ante la defección de senadores de su propio campo.
La reforma tributaria reducirá a partir de 2018 los impuestos federales sobre las empresas y sobre los ingresos, a un costo de 1,5 billones de dólares para las finanzas públicas en la próxima década.
Pero Trump espera que la reforma acelere la economía estadounidense más allá del 3% actual, lo que generaría nuevos ingresos fiscales.
"La reforma fiscal nos llevará al 3%" de crecimiento, dijo Paul Ryan, presidente de la Cámara y defensor de la iniciativa.
El año no terminó
La reforma quería simplificar el código tributario para facilitar las declaraciones de impuestos, pero esto no se cumplió por cabildeos que lograron mantener desgravaciones fiscales como, por ejemplo, la deducción de intereses de los préstamos inmobiliarios.
Y aunque la reducción de impuestos es permanente para las empresas, solo durará hasta 2025 para los hogares, a falta de un acuerdo a más largo plazo. Así, el aumento del poder de compra de las familias se erosionará progresivamente en la próxima década, hasta desaparecer para la mitad de ellas en 2027, según el Tax Policy Center.
La aprobación de la reforma será una gran victoria política para Trump, quien confía en que los estadounidenses lo recuerden cuando vayan a votar en las legislativas de noviembre de 2018.
Por ahora son escépticos: el 55% se opone a la reforma, según una encuesta publicada por CNN, y dos tercios piensan que beneficiará más a los ricos que a la clase media.
"Los resultados la harán popular", aseguró Ryan.
El texto incluye además dos grandes reivindicaciones de los conservadores: la anulación de la multa impuesta por el Obamacare a quienes no cuenten con seguro de salud, y la apertura de tierras protegidas de Alaska a la extracción de petróleo.
Para los demócratas, la ley es un regalo de Navidad… pero para los más ricos y las empresas.
"Recuerden este día", dijo Nancy Pelosi, líder de la bancada demócrata en la Cámara baja, que considera a la reforma como "un robo puro y duro a la clase media".
Pero el año no terminó.
Una vez adoptada la reforma tributaria, los legisladores tendrán que correr para evitar una crisis de financiamiento del gobierno federal antes del viernes a la medianoche. Deberán adoptar créditos y tomar múltiples medidas sobre salud, inteligencia, desastres naturales o inmigración.
Pero, a diferencia del debate fiscal, que según un procedimiento especial solo requiere una mayoría simple, para esta discusión la oposición demócrata recuperará su minoría de bloqueo en el Senado y, por lo tanto, su poder de chantaje.