Uno de los productos más buscados para adornar las casas en Guatemala durante la temporada navideña es el pinabete, sobre todo por el olor que desprende, pero si los productos de ramillas son ilegales, se estaría ante el cadáver de un árbol al que no se le dio la oportunidad de regenerarse. Publinews, junto con el Inab y el Conap, hizo un recorrido para conocer la situación.
PUBLICIDAD
Samuel Estacuy es el director regional del Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap) en Quetzaltenango. Mientras más se adentra en un bosque, que próximamente se espera que sea declarado el Parque Regional Municipal de Cantel, más se emociona al hablar del pinabete.
El pinabete está en peligro de extinción en su estado natural, por eso, junto con el Instituto Nacional de Bosques (Inab) se han creado proyectos para mantenerlo vivo en plantaciones, indica Estacuy.
Ese bosque tiene mil 500 hectáreas con 128 nacimientos de agua. La luz del sol cruza con timidez la copa de los árboles y el silencio es roto por el canto de las aves. El área es vigilada durante el año por cinco guardarrecursos que caminan de ocho a diez horas al día para evitar la presencia de cazadores y de depredadores de la flora.
El tesoro
En esa montaña hay pinabetes de 50 metros de altura y hasta 200 años de vida que conviven con musgos y tillandsias (gallitos).
Durante la temporada navideña hay personas que buscan ganar dinero arrancándole las ramillas para elaborar guirnaldas, coronas y hasta imitaciones de “arbolitos navideños”, porque confían que en la capital, su mayor mercado, les comprarán los productos al ofrecerlos más baratos que los procedentes de las plantaciones legales.
Cuando a un pinabete en estado salvaje le mutilan las ramillas, pierde las semillas y con eso la opción de reproducirse. Esta especie lo hace cada dos años y solo 12 por ciento de sus semillas germina, y casi solo la mitad logra crecer como un ejemplar adulto.
PUBLICIDAD
0 of 52
La oportunidad de vida
Agua Escondida es una aldea de Tecpán Guatemala, Chimaltenango. En el kilómetro 100 de la ruta Interamericana hay un cruce que lleva a un camino polvoriento y encumbrado que pasa por una finca con el nombre de la aldea, propiedad de la empresa Pinabello.
“Aquí siempre hay regeneración”, afirma el gerente, Marvin Escobar, al indagarle cómo hace para no perder los 15 mil árboles si los corta para venderlos, con autorización del Inab, que le proporciona los marchamos blancos. Explica que al cortar se deja el tronco y de ese sale un nuevo brote; eso se repite hasta una tercera generación, afirma.
Una opción laboral
Virgilio Lucas Cortez, de 58 años, es tecpaneco y hace ocho años comenzó a trabajar en esa finca. En el lugar le dieron casa y asegura que con lo que le pagan le alcanza para vivir junto con su familia. Su esposa y sus hijos ayudan para elaborar coronas y guirnaldas, que la empresa ofrece de Q65 a Q75 según el tamaño.
El programa Probosque entrega un incentivo de Q18 mil 300 por hectárea distribuido durante seis años a propietarios de terrenos donde se ha reforestado, pero que también tiene que demostrar que realiza actividades en beneficio de la comunidad, asegura Sergio Osorio, responsable de Pinabete del Inab.
La amenaza de lo ilegal
En la aldea Chimachoy, en San Andrés Itzapa, Chimaltenango, hay otra plantación certificada por el Inab donde venden árboles, guirnaldas y coronas. Es de la empresa Valle Alto, S. A. y su gerente, Antonio Castro, relata que comenzaron hace 12 años.
Marcos López se pasea entre los árboles mientras explica cómo los poda para que tomen la forma cónica, porque en su estado natural ese “arbolito de Navidad” no es como en las fotografías.
“Lo ilegal nos afecta, porque la gente busca lo más barato, pero eso hace que los pedidos a esta finca sean menores”, comenta.
Mientras algunos pidan deseos navideños, es probable que el pinabete tenga solo uno: vivir.
“El pinabete no es buscado por su madera porque no tiene alto valor, es depredado por sus ramillas, donde produce las semillas”. Samuel Estacuy, director regional del Conap en Quetzaltenango
La lucha por el pinabete
- La plantación de la finca Agua Escondida, en Tecpán Guatemala, Chimaltenango, tiene 15 mil árboles.
- En la finca Agua Escondida experimentan con injertos para mejorar los ejemplares.
- Las guirnaldas y las coronas elaboradas con ramillas de pinabete que provienen de una plantación autorizada tienen un marchamo blanco con fondo negro.
- La Diprona instalará puestos móviles y fijos para sorprender a quienes depreden el pinabete en los bosques, así como en diferentes mercados.
- Rosa González arma coronas junto con sus hijas.
- Virgilio Lucas Cortez aprendió a cultivar pinabetes desde hace ocho años.
- Bosque virgen ubicado en Cantel, Quetzaltenango.
- En Totonicapán, los comunitarios recuperan el suelo.