Cielos enrojecidos y llamas por todas partes. Así era el desolador panorama que la noche del martes atormentaba a los residentes del estado de California, donde un gigantesco incendio forestal avanzaba despiadadamente y amenazaba con consumir aún más viviendas en la zona.
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Las lenguas de fuego atravesaron rápidamente las áreas suburbanas del estado, obligaron a decenas de miles de personas a evacuar sus hogares y convirtieron sus posesiones en cenizas.
El humo oscureció el condado de Ventura, ubicado a poco más de 90 kilómetros al noroeste de Los Ángeles, donde los habitantes debían usar mascarillas para mitigar los efectos del aire contaminado.
Las imágenes, compartidas por usuarios en las redes sociales, parecían sacadas de una película de ciencia ficción.
Incluso un simple viaje en automóvil se convertía en una odisea en la que había que atravesar las carreteras rodeadas por las llamas. Un infierno en la Tierra.
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Los incendios no son comunes en diciembre, pero pueden ocurrir cuando la reseca vegetación y la falta de lluvia se combinan con los infames vientos de Santa Ana en la región. Casi ninguna lluvia significativa ha caído en el sur de California en los últimos seis meses.
La velocidad de las llamas hizo recordar los incendios forestales que azotaron la región vinícola en el norte del estado hace apenas unas semanas. Tal desastre natural provocó la muerte de más de 40 personas y la destrucción total de miles de hogares e inmuebles.
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