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La terrible confesión de un cura: "Perdí la cabeza y lo agarré por detrás"

El cura, Eligio Piccoli, acusado de abusos sexuales contra menores en situación de discapacidad en un instituto de Argentina admitió los hechos y además acusó a otros sacerdotes.

Los exalumnos del Instituto Próvolo de Verona, una institución para niños con discapacidad auditiva, narraron por primera vez en un video las atrocidades que sufrieron a manos de los curas.

En el audiovisual de doce minutos grabado en febrero de este año y difundido recientemente, el equipo de "Fanpage", entrevista a los exalumnos y luego hacen una entrevista encubierta a uno de los agresores señalados por las víctimas.

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Víctimas

Me llevó varias veces al confesionario, me hizo desnudar y me sodomizó", recuerda un exestudiante del Próvolo en el video, mientras señala en un periódico la foto de su agresor, el sacerdote Eligio Piccoli.

"Cuando llegué tenía tres años y medio, lo vi todo, era horrible", afirma en el video uno de los entrevistados, que ahora tiene unos cuarenta años y cierta dificultad para hablar.

"Abusaron de mí por primera vez a los seis o siete años, me hacían quitar los pantalones, me masturbaban y sodomizaban", relató.

 

Un joven de unos veinte años, también entrevistado, contó que los curas le pedían que abriera la boca, pero le daba asco y le introducían los dedos por el ano con violencia hasta que finalmente había penetración: "No entendía, era muy pequeño".

El sacerdote admite sus culpas

Eligio Piccoli, creyendo, que se encuentra en un hogar de retiro para religiosos mayores en Negrar,  que el reportero era un antiguo alumno, el sacerdote confesó los hechos sin tener algún remordimiento y además acusó a otros religiosos.

"La única broma que hice fue con un chico que toqué donde no debía", dijo Piccoli durante la grabación. "En un momento perdí la cabeza yo también, lo agarré por detrás y le dije: \'Leche\"", confesó al periodista.

Al ser cuestionado si consideraba que había pecado, afirmó que no. "Abusábamos de los niños sordos y éramos al menos diez. Lo cierto es que cuando uno se ha confesado, tiene el deber de olvidar", aseguró.

Debido a la condición, los pequeños no podían denunciar a los pederastas y fue gracias a unos audífonos de última generación como pudieron relatar las vejaciones en su contra.

 

 

 

 

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