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Ocho imperdibles de la Feria de La Cruz, en Amatitlán

La feria de La Cruz es parte de la identidad de los amatitlanecos. Aunque ha evolucionado en la oferta de productos y de juegos para la diversión, sigue siendo el lugar para compartir con los amigos y la familia. Visitarla el 1 o el 3 de mayo es enfrentarse a una oleada de personas.

La feria de La Cruz es parte de la identidad de los amatitlanecos. Aunque ha evolucionado en la oferta de productos y de juegos para la diversión, sigue siendo el lugar para compartir con los amigos y la familia. Visitarla el 1 o el 3 de mayo es enfrentarse a una oleada de personas. Es el pretexto para buscar un elote loco o desafiarse en el futillo y en el tiro al blanco. Es la oportunidad para conocer nuevos talentos en diferentes expresiones culturales, así como deportivas. El paseo es infaltable por los campos polvorientos donde está la rueda de Chicago y otros juegos que provocan vértigo. La feria es una de las flores del ramillete de tradiciones de Amatitlán.

El favorito de los pequeños: el gusanito

Este es el único gusano que no es despreciado por los niños. Su blanca sonrisa, antenas con luces y cuerpo colorido atrae a los visitantes. El que fue instalado en la feria de Amatitlán recorre 32 metros de rieles. Son seis vagones de diversión entre sube y baja a mediana velocidad como si fuera una montaña rusa. El gusanito, junto con el carrusel, es una de las primeras experiencias de los menores en juegos mecánicos.

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Los colores y sabores del elote loco

Permanecen sumergidos hasta que el agua hierve. Cuando los granos están blandos, se les saca del perol para que se enfríen. Al llegar el cliente se le pregunta: “Con qué lo quiere”. Las opciones son kétchup, mayonesa, crema, mostaza y queso seco. Para algunos es costumbre comerlos en la feria, otros apenas experimentarán la mezcla de sabores por primera vez. De la combinación inusual de sabores surge su nombre.

Dulces típicos, una caricia al paladar

Cocadas, pepitoria, mazapán, chancaca y canillitas de leche son algunos de los dulces más representativos de las ventas multicolor en Amatitlán. El precio depende del tamaño de la porción. Los hay cortados con forma de rombo y de rectángulo. También están los esféricos alborotos. Elaborados de manera artesanal por generaciones, estos productos entran por la vista, pero el sentido que más los disfruta es el gusto.

Eterna rueda de Chicago

En algunos países la conocen como la rueda de la fortuna y en otros como la noria. En las ferias de Guatemala es uno de los juegos mecánicos más solicitados. Una de las que está en la feria de Amatitlán tiene 40 años de provocar emociones, según Daniel Fuentes del Parque Rodante Juegos Mecánicos. El momento más esperado por quien paga Q10 es cuando se está a 25 metros de altura. Algunos aprovechan el viaje para atreverse a tomar la mano de su acompañante o robarle un beso. Como la vida, la rueda de Chicago no para de dar vueltas.

¡Lotería! El que se duerme, pierde

Cuando las bancas se llenan y las personas tienen en sus manos los cartones y granos de maíz, la tómbola comienza a girar. El encargado de cantar la lotería saca una a una las balotas haciendo versos con cada figura. “La araña, el arpa, la sandía” es lo que se escucha. Los jugadores marcan con un grano cada figura. De repente, alguien rompe la concentración con el grito: “lotería”.

El desafío de ser el mejor en tiro al blanco

El reto comienza con manipular el peso del rifle. Algunos presumen técnica de francotirador. Cierran un ojo y con el otro ven fijamente la mira para apuntar a una pieza de metal que puede tener forma de estrella o de círculo. Contienen la respiración y, cuando están listos, aprietan el gatillo. Si la música suena y el muñeco baila tras el disparo, habrá un premio, de lo contrario, se hará otro intento o se continuará con el paseo.

El infaltable e intenso partido de futillo

En la mesa, las reglas son claras. Puede ser uno contra uno o en parejas. Los expertos exigen que no se haga reguilete. Cuando la pelota cae a la mesa, después de ser lanzada al aire, comienza el juego. El movimiento es con las muñecas. Con una mano se ataca y con la otra se defiende. A cada instante chocan la madera, el metal y el plástico, hasta que se llega al ansiado gol; todo por Q1.

Las roscas y los panitos para el café en la casa

Son horneados en San Juan Comalapa, Chimaltenango, y vendidos en diferentes partes del país. Los demandan adultos que recuerdan cuando sus padres los compraban. Se trata de las roscas con ajonjolí y los panitos de feria. La costumbre es disfrutarlos en la casa mientras se comparten recuerdos del paseo. Lo tostado y su forma son algunas de las características que los distinguen.

 

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