Después de 44 años de estar vinculado con el mural del escenario del campo de la feria de Amatitlán, el pulso no le tiembla, su cabello está pintado con canas y ahora usa lentes.
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El maestro Carlos de Jesús Santos Sacú asegura que aún tiene mucho arte que compartir.
El mural, de 11 por 6 metros, le dejó una rodilla lesionada pero también la satisfacción de exponer el arte y parte de la historia del municipio.
El idea creadora
Santos Sacú cuenta que este año encontró la inspiración luego de ver una fotografía del río Michatoya, de la época en que era caudaloso.
“Un mural de feria debe transmitir el quehacer de un pueblo, es un libro abierto para que la gente se culturice y se recree”, expresa.
El dibujo final requirió un trabajo de casi cuatro meses y, trasladarlo al tamaño monumental, tomó 11 días con jornadas de trabajo de 12 horas.
Los visitantes a la feria podrán apreciar cómo era Amatitlán en la época donde abundaba la pepesca, los cangrejos y los jutes en el lago, años en los que para transportarse y llevar carga se usaban carretas tiradas por bueyes y por mulas.
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El pintor recuerda que, cuando tenía 18 años, lo invitaron a participar en la creación de un mural para la feria junto con los amatitlanecos Edmundo Gil y Hugo Ardón Hernández.
Santos Sacú comparte su conocimiento en una academia. Considera necesario dar espacio a las artes porque estas le dan sensibilidad al humano.