Pese a todos los inconvenientes, y sin importar si iban en autobús o vehículos particulares, los veraneantes tenían claro algo: pasarla bien en el mar.
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Lo primero que hicieron algunos fue buscar una habitación de hotel y comida. En este Miércoles Santo aún había muchos lugares disponibles.
Luego de ponerse cómodos, los veraneantes se lanzaron al agua salada. Los más intrépidos nadaron hasta casi no verse desde la playa. La mayoría optó dejarse impactar por las olas recostados en la arena.
El descanso de unos es la oportunidad de trabajo para otros. Ese fue el caso de Manuel Zapeta, quien iba de un lado a otro de la playa cargando una orca inflable gigante. Él cobra Q15 para tomarse una fotografía de recuerdo en el puerto con la ballena.
Otros dos hombres viajaron desde San Andrés Sajcabajá, Quiché, para ver el mar e intentar ganarse algunos quetzales por medio de la venta de petates.
Aseguraron que estarán hasta el domingo. Acerca de sus productos, indicaron que hay de a Q10 y otros petates de a Q25.
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En la tarde del Miércoles Santo la playa del Puerto San José no lucía abarrotada, pero la situación cambiará el jueves y viernes, según estimaciones de las autoridades.