Los presidentes de Estados Unidos, Donald Trump, y de China, Xi Jinping, se verán las caras por primera vez el jueves, abriendo un nuevo capítulo en la relación bilateral más importante del mundo, en medio de crecientes tensiones por Corea del Norte y el comercio.
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Los gobernantes de las dos mayores potencias económicas y militares del mundo se reunirán en el sur de Florida, en la residencia de Trump en Mar-a-Lago, para una cumbre ya afectada por tormentas geopolíticas.
El provocador lanzamiento de un misil por parte de Corea del Norte este miércoles, a menos de 48 horas del inicio de la cumbre, amenaza con acentuar los desacuerdos sobre si confrontar o contener al régimen estalinista de Pyongyang.
La Casa Blanca teme que Pyongyang esté a pocos meses de juntar tecnología nuclear y de misiles de largo alcance y poner a la costa oeste de Estados Unidos a una distancia alcanzable.
Durante su primera reunión con el entonces presidente estadounidense, Barack Obama, en noviembre, Trump fue alertado de que podría tener que tomar una decisión temprana sobre el uso de la fuerza contra Corea del Norte.
El enérgico nuevo presidente estadounidense ha reiterado públicamente que está abierto a una acción militar.
"Estados Unidos habló lo suficiente"
Incluso, antes de que se anunciara el último ensayo de misil, un prominente funcionario estadounidense se hizo eco de ese mensaje al afirmar que "el reloj se ha agotado" para lidiar con la amenaza norcoreana y "para nosotros todas las opciones están sobre la mesa".
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El secretario de Estado estadounidense, Rex Tillerson, respondió a la prueba de misiles con una declaración concisa:
"Estados Unidos ha hablado lo suficiente sobre Corea del Norte".
Según el funcionario, Trump también está dispuesto a considerar otras formas de presionar al régimen norcoreano, como sancionar a los bancos chinos que hacen negocios con Pyongyang si Pekín no da pasos para asfixiar las finanzas de Corea del Norte.
Eso podría tener un efecto contraproducente en las finanzas globales, a pesar de que los diplomáticos dicen que Corea del Norte está cada vez más consciente del riesgo y ha estado canalizando efectivo a Singapur y otras plazas financieras fuera de China.
El gobierno de Xi, que por un tratado está obligado a defender a Corea del Norte, teme que una acción militar estadounidense desencadene una guerra general en la península coreana y genere millones de refugiados.