El lujoso hotel Trump International en Washington es el lugar para ver, ser visto, tomar un trago, hacer contactos e incluso vivir para la todavía incipiente élite del dirigente republicano. Es un ambiente rico para cabilderos y para cualquiera que quiera codearse con políticos vinculados al presidente Donald Trump , a pesar del velo de cuestiones éticas que sobrevuela el negocio.
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En una cabina circular en medio del balcón del restaurante del hotel, Trump cenó su carne —bien cocida, con kétchup— mientras conversaba con el político británico Nigel Farage. Pocos días después, los principales donantes republicanos Doug Deason y Doug Manchester, que visitaron la ciudad para asistir al discurso del presidente ante el Congreso, bebieron café en el hotel con el representante y copartidario Darrell Issa.
Después del discurso de Trump, el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, regresó a su residencia en Washington —el hotel— y pasó frente a la gigantesca bandera estadounidense en el amplio vestíbulo. Con su diminuto terrier bajo el brazo, Mnuchin entró en un ascensor con el exastro de shows de reality y otro huésped del hotel, el cazarrecompensas que protagoniza la serie Dog the Bounty Hunter, quien disfrutó especialmente de los chocolates estampados con el apellido Trump dejados en su habitación.
Así fue una semana más en la nueva capital política de la capital de Estados Unidos.
El hotel de 200 millones de dólares está en el edificio Old Post Office de propiedad federal.
"Nunca he visitado este vestíbulo sin haber visto a alguien que conozco", dice el donante Deason, quien desde Dallas recaudó fondos para la campaña electoral de Trump.
Para los políticos republicanos, éste es el único sito donde alojarse. Al menos tres funcionarios del gobierno lo consideran su casa en Washington.
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"Puedo decirle que este hotel será el hotel más exitoso en Washington DC", dice Manchester, agregando que lo sabe porque él construyó el segundo mayor hotel Marriott y el segundo hotel Hyatt más grandes del mundo. Manchester dice que el hotel de Trump atrae a la gente gracias a su ubicación cerca de la Casa Blanca y el Congreso, las renovaciones de calidad y el equipo que lo dirige.
Trump dicen que no está implicado en el día a día del funcionamiento de sus negocios, pero mantiene un interés financiero en ellos.
Una estancia en el hotel da a alguien que intente ganarse a Trump para un asunto político una posible ventaja, y preocupa a los abogados especializados en ética.
"El presidente Trump está invitando a personas, compañías y países a canalizar dinero a través del hotel", dijo Kathleen Clark, exabogada de ética del Distrito de Columbia y profesora de Derecho en la Universidad de Washington en St. Louis.
Agregó que el peligro de "pagar para jugar" es aún mayor de lo que sería si la gente quisiera donar a una campaña para influir en el pensamiento de un político. Gastar dinero en una propiedad de Trump "consiste en enriquecer personalmente a Donald Trump, quien es el presidente de Estados Unidos".