Las controvertidas declaraciones de Donald Trump asociando inmigración y criminalidad en Suecia han reavivado indirectamente el debate en el país escandinavo sobre los éxitos y fracasos de su política de integración.
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Dos días después de las afirmaciones lanzadas por el presidente estadounidense en Florida, estallaron disturbios en un barrio del norte de Estocolmo donde la mayoría de la población es descendiente de migrantes, dejando en aguas de borraja el argumentario desplegado por el Gobierno sueco para responder al mandatario norteamericano.
"¡Al final Trump tenía razón! Han estallado enfrentamientos en la periferia de Estocolmo", afirmaba la comentarista republicana Ann Coulter en Twitter.
El lunes por la tarde varias decenas de jóvenes se enfrentaron a la policía cuando esta entró en el barrio para detener a un traficante de drogas. Incendiaron coches, desvalijaron comercios y las fuerzas de seguridad emplearon disparos de fuego real para hacerlos recular, declaró a la AFP Lars Byström, portavoz de la policía municipal.
Las imágenes estropearon la respuesta de las autoridades suecas a Donald Trump y a la cadena Fox News, que difundió un reportaje sobre la inseguridad en Suecia, en el que el mandatario se había inspirado para sus declaraciones.
Para Tove Lifvendahl, editorialista del diario Svenska Dagbladet, existe "una pizca de realidad en lo que dice Trump".
"Nos guste o no, es una buena ocasión para preguntarnos si la percepción que el extranjero tiene de nosotros y la nuestra coinciden".
Los detractores de Trump resaltan que Suecia no ha sufrido atentados desde 2010, que no tiene un aumento en la tasa de criminalidad desde la acogida de 244 mil migrantes en 2014 y 2015 (un récord en Europa en términos relativos por número de habitantes) y que sigue siendo uno de los países más seguros (y ricos) del mundo.
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Aunque Suecia no se haya librado de las dificultades de la integración de la población extranjera, está lejos de sufrir las tensiones intercomunitarias, las desigualdades, la pobreza y la violencia que vive Estados Unidos, subrayan.
Otra visión apunta a la sobrerrepresentación de personas de origen extranjero en las estadísticas de delincuencia, su baja actividad profesional, los 300 jóvenes que viajaron a Siria e Irak para hacer la yihad, el repliegue religioso o la supuesta existencia de zonas sin ley.