El comienzo del mandato de Donald Trump da una impresión de desorganización e inexperiencia que hace las delicias de sus opositores y preocupa incluso entre las filas del Partido Republicano.
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No obstante, el sábado, el presidente estadounidense se encontró en un mitin en Florida con quienes lo convirtieron en el hombre más poderoso del mundo.
Sus seguidores lo aclamaron, adularon y defendieron con uñas y dientes frente a una prensa deshonrada. Más de una docena de entrevistados por la AFP le dieron su apoyo sin fisuras, a pesar de (o debido a) sus controvertidas iniciativas.
Trump arengó a la multitud e insistió en los temas que sabe que harán rugir a sus partidarios: el empleo, la seguridad, el terrorismo, la inmigración. Un verdadero mitin de campaña.
"Quiero aún más", asegura Steven Migdalski, un técnico informático desempleado de 53 años, originario de Titusville, Florida. Esperó siete horas para ver al presidente, cuyo tono agresivo contra la prensa y sus decretos aprueba calurosamente, incluido el más controvertido, y suspendido por la justicia, que prohíbe el ingreso temporal de ciudadanos de siete países de mayoría musulmana a territorio estadounidense.
"Lo celebro francamente", revela. "El presidente republicano tiene pelotas (…) no solamente para luchar contra las noticias falsas", sino también contra el establishment político, se entusiasma este desempleado que lleva con orgullo una camiseta en la que se lee "Duro como Trump".
Le encanta el hecho de que los primeros pasos del presidente en el escenario internacional hayan provocado perplejidad y preocupación, incluso entre los aliados más cercanos de Estados Unidos.
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"Molesta a los partidarios de la globalización. Y espero que tengan miedo".
Esta opinión es compartida por los más ardientes partidarios del presidente, hombres blancos en su mayoría, a menudo pertenecientes a la clase obrera y con convicciones de corte nacionalista.
Trump se nutre de ese entusiasmo y, evidentemente, le encanta volver a lo que pareció ser una reproducción exacta de sus mítines de campaña. Una mujer levantaba incluso una pancarta que decía: "Hillary a la cárcel".
"Creo que necesita esto. Todos los días escucha palabras de odio, negativas, cada vez que enciende la tele", afirma Tammy Allen, una trabajadora independiente de Melbourne (Florida), que vino con tres amigas provistas de pancartas que rezan: "Las mujeres con Trump".
"Fue ridiculizado y humillado. Todos contra él. Necesita ver a los norteamericanos que lo apoyan, que lo quieren", estima, para agregar: "Somos el viento que lo sostiene".