El proyecto de ley que permitirá al gobierno de Theresa May notificar oficialmente la salida y empezar dos años de negociaciones tendrá todavía que superar dos votaciones en la Cámara de los Lores, cuyos miembros, al ser no electos, podrían ignorar "la voluntad del pueblo", pero a riesgo de incrementar los llamamientos a abolir la cámara.
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Siete meses después de la inesperada victoria del Brexit en el referéndum, el voto de los Comunes será otra puñalada a la última esperanza de quienes no se resignaban al resultado: que los tribunales o el Parlamento frenaran la ruptura.
Los diputados le arrancaron una concesión al gobierno a cambio de no entorpecer "la voluntad popular": poder votar el borrador del acuerdo de ruptura con la Unión Europea.
De todos modos, el gobierno precisó que un rechazo del Parlamento no impediría la salida de la UE. Así, las opciones del Parlamento serían aceptar lo que negocie May o abandonar la UE sin acuerdo.
Aún así, dijo David Jones, viceministro responsable del Brexit, en la Cámara de los Comunes, "será una votación importante. Será una elección entre abandonar la UE con un acuerdo negociado o no".
"Devolver al gobierno a la mesa negociadora sería el mejor modo de socavar nuestra posición negociadora y conseguir un peor acuerdo", agregó.