El Parlamento de Escocia declarará oficialmente su oposición a la salida del británica de la Unión Europea, en una votación que no afectará al proceso del Brexit, pero que tensará más la relación entre Edimburgo y Londres.
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La votación (descrita por el gobierno regional como una de las más significativas desde que hace 18 años se restauró el Parlamento escocés), coincide con el debate en la Cámara de los Comunes de una ley para iniciar el Brexit que no se compromete a consultar a Escocia en las negociaciones.
Los líderes de los principales partidos británicos prometieron a los escoceses que serían considerados "socios en términos de igualdad" si se quedaban en el Reino Unido en el referéndum de independencia de 2014, como así ocurrió. Sin embargo, en el plebiscito sobre la UE, Escocia votó a favor de seguir en Europa, al contrario de Gales e Inglaterra, que inclinaron la balanza.
"Esta votación es algo más que simbólica", dijo la jefa del gobierno regional, Nicola Sturgeon, del Partido Nacional Escocés (SNP).
"Es una prueba clave para saber si la voz de Escocia se escucha y si nuestros deseos pueden ser acomodados".
Sturgeon ha amenazado con convocar un nuevo referéndum de independencia, pero los sondeos no revelan el apoyo necesario del público a la secesión y el gobierno de Theresa May (el plebiscito requeriría el permiso del Parlamento nacional) se opone.