Las razones de fondo que motivaron las reformas a la LOOL quedan en el olvido al incrementar las comisiones extraordinarias de trabajo en el Congreso. La decisión de los diputados va en contra del espíritu de la reforma y coloca, nuevamente, al Legislativo en la mira de los ciudadanos, que con justa razón criticaron fuertemente la medida adoptada por los congresistas.
PUBLICIDAD
La medida ha generado diversas reacciones. Una de ellas está relacionada al incremento que esto representa en el presupuesto del Congreso. La crítica hace una relación entre el número de leyes aprobadas en el año y los recursos financieros asignados al Legislativo, enfatizando en que los diputados están gastando más y produciendo menos leyes. Aunque esta manera de medir el desempeño del Congreso no es la manera más precisa, envía al final del día un mensaje desolador a la ciudadanía, que está por el contrario, esperando de los diputados un actuar más austero y planificado.
El impacto más fuerte estará en el costo político de esta medida. El Congreso simplemente agudiza la crisis de legitimidad y credibilidad que tiene frente a la ciudadanía. Las comisiones extraordinarias le darán más dolores de cabeza al Congreso. Y la resistencia mostrada por varios diputados y bloques legislativos alimenta la decepción de las personas.
Muchos de los diputados han presentado justificaciones y argumentos muy débiles para defender la creación desmedida de las comisiones extraordinarias. Dejan entrever que la decisión no estuvo motivada por elementos orientados a establecer una sana división del trabajo de la agenda legislativa. Al contrario, reaparecen “fantasmas” asociados a negociaciones por plazas, dietas y espacios de poder, sin norte legislativo. Y eso hace mucho daño a la imagen del Congreso.
A pesar de este contexto, creo que esta medida debería ser vista como una oportunidad para fiscalizar la labor de las comisiones de trabajo, principalmente a través de los mecanismos que están contemplados en la LOOL. Que deben ser aprovechados al máximo.
Por un lado, las comisiones extraordinarias tienen el desafío de diferenciarse de las ordinarias. Se percibe que muchas de las recién creadas duplican funciones asignadas a comisiones permanentes. Y en el ambiente queda la duda sobre la agenda que discutirán y la manera en que lo harán. Estas comisiones como indica la LOOL deben tener una temporalidad y evaluar al final de ese periodo si cumplieron con el propósito de su creación. Incluso, algunas de ellas pueden tener plazo de meses con objetivos específicos. No estar vigentes todo el año.
Las comisiones extraordinarias deberán fijar de manera muy precisa la agenda de iniciativas que analizarán, fijando además de objetivos políticos, los tiempos en los que estiman emitirán los dictámenes. Y, a su vez, si tendrán contemplado dentro de sus funciones acciones de control y fiscalización, para establecer de qué manera lo harán y que estas no colisionen con las tareas realizadas por otras comisiones ni que bloque o interrumpa la labor del Ejecutivo. Simple. Un plan de trabajo que permita dar seguimiento a la labor de la comisión.
PUBLICIDAD
Ojalá los diputados enmienden el error y eliminen varias de las comisiones extraordinarias que no son necesarias. De lo contrario, el desafío está en hacer público y transparente el trabajo de las comisiones y en que la ciudadanía fiscalice la labor de estos espacios. La invitación está hecha ¿fiscalizamos la labor de la comisiones de trabajo?
“Las comisiones extraordinarias deberán fijar de manera muy precisa la agenda de iniciativas que analizarán, fijando además de objetivos políticos los tiempos en los que estiman emitirán los dictámenes”.