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Una serie de revelaciones sobre agresiones sexuales imputadas a altos responsables obliga a Israel a interrogarse sobre la persistente actitud retrógrada de ciertos hombres, revelada gracias a una nueva libertad de palabra de las mujeres.
El caso más espectacular es el de Moshé Katzav, presidente de Israel de 2000 a 2007, que acaba de salir de prisión tras cumplir una condena de cinco años por violación.
En los últimos meses un general, un exalto cargo del gobierno y un diputado figuran entre otras personalidades israelíes que se han visto implicadas en casos de este tipo.
El general Ofek Buchris dimitió en julio de 2016, tras haber sido acusado de violación.
Llegó a un acuerdo con la justicia, lo que le evitará la cárcel, al reconocer que tuvo una relación consentida con una subordinada, lo que está prohibido en el ejército, y una conducta inadecuada con otra.
Pero el acuerdo provocó la ira de parte de la opinión pública.
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Cuatro antiguas mujeres soldado publicaron un vídeo que tiene mucho éxito en las redes sociales. Titulado 'Las chicas de Buchris', el vídeo denuncia el corporativismo del ejército en tales circunstancias, así como los insultos que reciben en internet las mujeres agredidas.
– 'Carne para oficiales' –
"No somos carne para los oficiales", aseguran en el vídeo.
Centenares de personas se manifestaron recientemente frente al cuartel general del ejército en Tel Aviv, gritando: "¡No es no! ¿Tan difícil es comprenderlo?"
Esta movilización "no se debe a que, de repente, haya más escándalos que antes (…) Simplemente las mujeres empiezan a entender que pueden hablar, denunciar, dar nombres", explicó la organizadora de la manifestación, Noga Shahar, actriz del Teatro Nacional de Israel.
Pero "el sistema judicial no responde", añadió.
Shahar citó el caso "indignante" de Yitzak Cohen, un juez de Nazaret acusado de haber forzado a una empleada a sentarse en sus rodillas y de haberla acariciado en 2010.
El magistrado dimitió, pero un acuerdo después de declararse culpable podría evitarle la prisión y valerle únicamente una condena a trabajos en beneficio de la comunidad y una multa de 2.500 séqueles (600 euros).
No se puede conocer la cifra exacta de las agresiones sexuales "porque la mayoría de las mujeres ni siquiera se molesta en ir a la policía", indicó Orit Sulitzeanu, una responsable de la Asociación de Centros de Crisis contra la Violación en Israel (ARCCI).
– Una sociedad poco formalista –
Pero la acción de la ARCCI y una creciente concienciación han provocado un "tsunami" de querellas de víctimas, afirmó.
En 2015, los centros de la ARCCI recibieron 9.197 llamadas denunciando nuevos hechos de agresión sexual, un aumento del 17% en cinco años, según la organización.
Y eso "es solo una parte de la realidad", afirmó Orit Sulitzeanu, al referirse al escaso formalismo que caracteriza las relaciones en Israel.
"Es una sociedad mayoritariamente sin distancias" y en la que es aceptable un cierto grado de contacto físico, explicó.
Destaca que el lugar central que ocupan el ejército y el servicio militar, obligatorio para ambos sexos, hace que los abusos que ahí se producen se reproduzcan luego en la sociedad.
"Del ejército se propaga a la policía y al lugar de trabajo", aseguró.
El ejército dijo sancionar semejantes conductas. En 2015, alega, 12 querellas por violación dieron lugar a investigaciones por parte de la policía militar, contra ocho en 2014 y cinco en 2013.
El ejército ha abierto un servicio de asistencia jurídica para los militares víctimas de agresiones sexuales.
La primera mujer a quien aportó su ayuda fue a la que acusó al general Buchris.