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La detención del exrebelde kosovar Ramush Haradinaj la semana pasada en Francia pone en peligro el frágil diálogo entablado por Serbia y Kosovo, suscitando la mayor tensión entre ambos desde 2013.
Los serbios quieren juzgar a este ex alto responsable del Ejército de Liberación de Kosovo (UCK), que fue brevemente primer ministro en 2004-05, acusándolo de crímenes de guerra contra civiles durante la rebelión contra las fuerzas de Belgrado (1998-99).
El conflicto, que dejó 13.000 muertos, condujo a la separación de esa exregión yugoslava, poblada mayoritariamente por albaneses, y después a su independencia en 2008, que nunca fue reconocida por Serbia.
Belgrado pidió oficialmente el martes la extradición del exguerrillero de 48 años a las autoridades francesas, que lo detuvieron el 4 de enero en el aeropuerto de Basilea-Mulhouse (este), en la frontera con Suiza, en virtud de una orden internacional.
Un tribunal francés debe examinar el jueves la petición de liberación de Haradinaj, sin analizar el fondo de la cuestión.
Para sus compatriotas, Haradinaj es "una leyenda viva" de la independencia y de la lucha contra el régimen del entonces presidente serbio, Slobodan Milosevic, como lo proclamaron cientos de excombatientes que, enarbolando la bandera de Albania, se manifestaron la semana pasada ante la embajada de Francia en Pristina.
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Absuelto en 2008 y 2012 por el Tribunal Penal Internacional para la ex-Yugoslavia, Haradinaj se convirtió después en opositor político al presidente kosovar Hashim Thaçi y en acérrimo detractor del histórico acuerdo de 2013 sobre la normalización de las relaciones con Serbia.
Impuesto por los responsables políticos bajo la presión de Europa, este frágil diálogo nunca ha tenido gran apoyo popular pese a haber permitido progresos en términos de circulación de personas y bienes, o de cooperación.
– Bloquear las importaciones –
El martes, durante una sesión del Parlamento kosovar sobre el caso Haradinaj, la oposición pidió la suspensión de "negociaciones con Serbia hasta la anulación de todas las órdenes de detención contra líderes o miembros" del UCK.
"Serbia trabaja abiertamente y a diario en la destrucción del Estado kosovar. El Gobierno debería bloquear inmediatamente las importaciones desde Serbia", reclamó el diputado Ismajl Kurteshi, del movimiento Vetevendosje, organizador de múltiples manifestaciones en el pasado contra la normalización de relaciones, salpicadas de violencia.
Por su parte, el primer ministro de Kosovo, Isa Mustafa, estimó el deseo de los serbios de juzgar a Haradinaj como "políticamente motivado, con una tendencia clara a alentar las tensiones y los conflictos".
Serbia considera Kosovo como su cuna histórica y parte integrante de su territorio. Cualquier concesión en este aspecto es un tabú político en el país.
Belgrado "no renunciará a juzgar a Haradinaj ni a nadie que haya cometido crímenes contra el pueblo serbio. El pueblo serbio, como todos los otros pueblos, merece justicia", declaró el ministro de Relaciones Exteriores serbio, Ivica Dačić.
Este caso tiene lugar meses antes de la prevista creación en 2017 de un tribunal de justicia internacional destinado a juzgar a los rebeldes kosovares por crímenes de guerra.