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La campaña de Valls por la presidencia francesa no logra despegar

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La campaña del ex primer ministro francés, Manuel Valls, que busca la nominación del Partido Socialista para las elecciones presidenciales de este año tras el abandono de François Hollande, no logra despegar.

Tras la renuncia del presidente François Hollande a presentarse a las primarias, después un impopular primer mandato, Valls esperaba obtener fácilmente la nominación de su partido en las elecciones internas de la izquierda, que se celebran este mes. Su plan era hacer valer su experiencia como primer ministro y como titular de Interior.

Pero desde que anunció su candidatura a principios de diciembre, este español de nacimiento de 54 años, miembro del ala derecha del PS, ha perdido su estatuto de favorito.

A menos de tres semanas de conocer el nombre del candidato socialista a las elecciones presidenciales de abril, un sondeo vaticina por primera vez su derrota frente a uno de sus exministros, Arnaud Montebourg en las primarias del 22 y 29 de enero.

Valls ganaría únicamente en caso de baja participación en estos comicios abiertos a todos los franceses mayores de 18 años.

"Intento encarnar una izquierda reformista, que rechaza el liberalismo pero intenta al mismo tiempo avanzar", dijo Valls la semana pasada en una entrevista con la cadena France 2.

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Esta voluntad se vio reflejada en su programa, desvelado el 3 de enero, en el que figuran pocas de sus reformas más audaces, en un intento claro por sanar las fracturas en su partido frente a una derecha y extrema derecha en posición de fuerza.

– Giros inesperados –

Valls ganó su protagonismo con un discurso reformista en el que apoyaba una reducción del gasto público y el aumento de la jornada laboral.

Durante sus dos años y medio como primer ministro de Hollande adoptó varias políticas económicas de corte liberal, criticadas por varios socialistas.

Ahora necesita el respaldo de los votantes izquierdistas de base, muchos de los cuales prefieren el programa socialista tradicional de Montebourg, ex ministro de Industria, o de Benoît Hamon, ex ministro de Educación.

"Sé que a mucha gente le gustaba cuando rompía tabúes (…) pero por supuesto que he cambiado. Mis convicciones no han cambiado, pero he crecido", dijo Valls la semana pasada.

También se deslindó de algunas decisiones tomadas cuando era primer ministro. El mes pasado declaró que si llegaba al poder suprimiría un prerrogativa del Ejecutivo que permite que un texto sea adoptado sin pasar por el Parlamento, un arma constitucional controvertida que él mismo utilizó en seis ocasiones.

El síntoma más visible de las dificultades que atraviesa su campaña es la modesta participación popular en sus mítines. Este fin de semana en Liévin (norte), un feudo socialista emblemático, congregó a apenas 200 personas, dos veces menos de lo esperado.

Mientras tanto, el ex ministro de Economía Emmanuel Macron y el líder del Partido de Izquierda Jean-Luc Mélenchon, que decidieron presentarse directamente a las elecciones presidenciales sin pasar por las primarias, llenan las salas.

"Macron es el único político en Francia que logra reunir a 8.000 personas en una sala. Actualmente, nosotros no lo hacemos", admitió el director de campaña de Manuel Valls, Didier Guillaume.

Sus giros repentinos, incluyendo el de su eslogan, provocaron críticas y burlas en su contra en las redes sociales y por parte de sus adversarios.

"He cambiado", repite Valls, frente a las críticas. Una justificación que ya utilizó el ex presidente conservador Nicolas Sarkozy cuando intentó regresar a la carrera presidencial antes de ser eliminado en la primera vuelta de las primarias de la derecha en noviembre.

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