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Al divisar un dron en el cielo azul del este de Mosul, Thaker, miembro de las fuerzas especiales iraquíes, saca su ametralladora y dispara. Las balas pasan cerca del dron del grupo Estado Islámico, sin alcanzarlo. "Pero esta mañana derribé uno", se consuela.
Thaker se da por misión pulverizar estos pequeños artefactos blancos equipados de cámaras, ya que los yihadistas "no deben conocer nuestras posiciones", dice.
Los dos bandos recurren a los drones desde el 17 de octubre, cuando comenzó la batalla para liberar Mosul, bastión del grupo Estado Islámico en el norte de Irak.
Estos 'ojos en el cielo' permiten informar sobre la topografía del terreno, calibrar los tiros y, particularidad propia a Estado Islámico, "hallar itinerarios para enviar coches bomba", termina de explicar Thaker cuando se oye una explosión en Al Rifaq.
Este barrio, retomado al final de la semana pasada a los yihadistas, linda con las ruinas de Nínive, antigua ciudad de la Mesopotamia.
La explosión provino al parecer por el impacto de un obús, lanzado por un mortero, que cayó cerca de una mezquita muy cerca de donde se encuentra la unidad de las fuerzas especiales iraquíes de Thaker.
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– '¡Sin cigarrillos!' –
Los habitantes de la zona entreabren las puertas de sus casas para informarse sobre lo sucedido. En esta guerra urbana, el conflicto se desarrolla en las puertas de sus casas. Los que huyeron -más de 100.000 según la ONU- se refugiaron en campamentos o hallaron cobijo en zonas más tranquilas de Mosul y sus alrededores. Los que permanecen en la zona viven encerrados.
Yussef, padre de seis niños, abre su puerta. Después de más de dos años y medio bajo el yugo del grupo yihadista, se considera "liberado". "¡Con ellos no había justicia, ni cigarrillos!", se queja.
Su sobrino Mohamed fue atendido rápidamente. "Es sólo una herida superficial", explica Mohamed. Los vendajes en su nariz y oreja derecha exudan ligeramente. "Un coche bomba estalló a unos 50 metros de donde me encontraba", cuenta, agradeciendo a las fuerzas especiales, cuyos vehículos de transporte Humvee, pintados de negro, se encuentran estacionados delante de la puerta.
– Ofensiva nocturna –
El Comando Antiterrorista Iraquí (CTS), el nombre oficial de las fuerzas especiales, es la unidad de avanzada en la ofensiva de las fuerzas iraquíes en este combate cuerpo a cuerpo contra los extremistas suníes.
El CTS alcanzó por primera vez la orilla oriental del Tigris el domingo, prácticamente tres meses después del comienzo de "¡Nínive, aquí estamos!", la operación de las fuerzas iraquíes para reconquistar esta provincia recargada de historia.
El Tigris divide a Mosul en dos, prácticamente de norte a sur. El sector occidental está aún bajo control de los yihadistas, pero el oriental fue reconquistado en dos tercios por el ejército, la policía, las fuerzas especiales y la Fuerza de Intervención Rápida del ministerio de Interior de Irak.
Las fuerzas especiales también lanzaron por primera vez una ofensiva nocturna en esta batalla. La noche del jueves cruzaron el Josar, un afluente del Tigris, para ingresar en Al Muthanna, un barrio vecino de Al Rifaq, para luchar contra los yihadistas.
Al final de la calle, adonde las fuerzas especiales tomaron posición, una loma obstruye el paisaje. Detrás hay un vasto terreno, le sigue las ruinas de Nínive, una de las más antiguas ciudades de la Mesopotamia y centro del imperio asirio, parcialmente destruida por EI.
Al comenzar la tarde es desde uno de esos sectores que los yihadistas lanzan una ofensiva contra las fuerzas especiales desplegadas en Al Rifaq. Una vez más, el chasquido de las armas automáticas, el rugido sordo de los cohetes y obuses de mortero invaden la zona durante media hora. Luego, regresa el silencio.
"El ataque fue rechazado", concluye sobriamente Abdelwahab al-Saadi, uno de los comandantes del CTS.
En uno de los Humvee se escucha pop iraquí, música que se pasan los hombres de tropa a sus teléfonos a la espera de ir al frente.